Puede que me sea difícil sentir la presencia de Dios durante tiempos desafiantes. Mas en esos momentos en los que me siento asediado por el miedo o la ansiedad, me ayudo a mí mismo recurriendo y asiéndome al poder de mi fe.

Tengo fe en que la presencia de Dios mora en mí y en todos. Pongo atención a las señales de lo Divino en el mundo: la gente que cuida de otros mediante el servicio y la generosidad. Agradezco todas las veces que alguien me ayudó. Me siento seguro sabiendo que Dios está dentro de todos los impulsos amorosos hacia el servicio y la ayuda. Veo evidencia de lo Divino cuando miro a los demás. Recuerdo que el reino de Dios está a mi alrededor y me siento protegido.