Compartir amor es una hermosa manera de descubrir y responder a la divinidad viva en cada corazón. Nos une como familia humana. Mi naturaleza afable me ayuda a ver lo mejor en cada persona.

Hoy recuerdo una de las leyendas de San Valentín en la cual él cortó pedazos de tela en forma de corazón y se los dio a la gente como símbolos de su compasión y del amor de Dios.

La tradición continúa hoy cuando expreso, con una tarjeta, un regalo, una llamada o un simple acto de amabilidad: “Te aprecio y te guardo en mi corazón”. Comparto amor sin expectativas de reciprocidad. Mi corazón acoge toda expresión de cariño de los demás. La energía del amor crece tanto al dar como al recibir.