Mis oraciones comienzan como pensamientos y sentimientos, tocando un ámbito invisible pero muy real. Ante todo, mantengo mi fe y mi confianza. Mediante el uso de afirmaciones y negaciones, además tiempo en el Silencio, los pensamientos y sentimientos que tengo crecen en conciencia.

Libero la necesidad de un resultado específico y confío en el Espíritu porque sé que mi mayor bien siempre se está sirviendo, incluso cuando no puedo verlo. Mis expectativas son ilimitadas cuando abro mi mente a todas las posibilidades ante mí.

Mi fe no depende de las medidas externas o de la probabilidad de un resultado particular, sino más bien de una confianza ilimitada en el amor incesante y la acción del Espíritu.