Hago una pausa con propósito e intención y creo un espacio para la serenidad. Me pongo cómodo en un lugar callado y llevo mi conciencia de lo externo a lo interno. Cierro mis ojos y visualizo una imagen serena para alcanzar la quietud que mora en lo profundo de mi ser.

Respiro conscientemente y visualizo cada inhalación impregnando cada célula de mi cuerpo con paz. Cada exhalación me permite eliminar la tensión y la inquietud, me sereno con cada aliento. Siento que la quietud se anida en mí. En ese momento, disfruto de una armonía apacible con el universo.

Descanso en este espacio de paz, respirando libre y sosegadamente según las limitaciones terrenales se desvanecen.