Todos estamos destinados a sentir gozo en la vida. Las sonrisas, la alegría y la felicidad profunda emanan del gozo que es nuestro por derecho divino. Las razones para la felicidad van y vienen, mas el gozo en el que esas experiencias están enraizadas es una verdad espiritual permanente.

El gozo es parte esencial de mi identidad como creación de Dios. Recuerdo aquellas personas y experiencias que me alientan y me inspiran. Día a día, existen oportunidades para enfocarme en todo aquello que fomenta mi gozo y el de los demás. El gozo verdadero surge gracias a mi apertura a la actividad divina. El amor, la luz, la energía y el fervor de Dios son unos de mis más grande dones. Recuerdo mi verdad y elijo ser jubiloso.