Siento gratitud por el don del discernimiento que me ayuda a reconocer cuándo permanecer firme y cuándo dejar ir. Hay momentos para actividades terrenales y para actividades del Espíritu. Mi tarea es reconocer cuando he llegado al límite de mis esfuerzos. Con un corazón pleno y una mente clara, sé cuando he terminado con la tarea ante mí.

Dejo ir la necesidad de obtener ciertos resultados. Tengo fe en que todo acordará en su momento. Siento gratitud por poder delegar mis preocupaciones, mis planes y mis sueños a la divinidad interna, esa parte de mí que es una con Dios. Doy gracias por el orden divino y la paz mental que me brinda. Dejo ir y entrego todo a Dios. Reconozco que mi esencia divina fluye en mí y se expresa a través de mí.