La luz radiante de Dios siempre está presente en mi vida. Aun cuando mis ojos humanos solo ven oscuridad, sé que hay luz detrás de dicha oscuridad. Me afianzo a la verdad de que cualquier nubarrón aparente es temporal y dará paso a la luz y al gozo.

Cuando me dirijo a mi interior, me visualizo rodeado y pleno de luz espiritual, la pura verdad de mi ser. De hecho, esa es la verdad de cada una de las personas en la tierra. Tomo tiempo para apreciar esa luz presente en toda las personas y todas las situaciones del mundo. Confío en que la sabiduría espiritual provee prontamente toda la guía que necesito.

Permanezco atento a la voz apacible y delicada, y soy dirigido hacia mi bien. ¡La luz de Dios alumbra mi camino siempre!