Expreso mi espíritu de gozo y permito que mi felicidad fluya libremente y con entusiasmo. Mi exuberancia brota como gratitud espontánea por la vida. Mi corazón está pleno con la verdad de que soy una expresión única de gozo divino.

Otras veces expreso mi gozo de manera más tranquila. Reflexiono y medito sobre la sutil sensación de bienestar en mi corazón. Avanzo por la vida con más gracia, aplomo y armonía. Estoy agradecido por todas las discretas formas en las que experimento la bondad de Dios. Éstas pueden ser más sutiles, pero me traen igual gozo.

Siento que el espíritu del gozo fluye en mí, y lo comparto con quienes me rodean con amabilidad y compasión. Al unir mi corazón a los corazones de los demás, encuentro mi propósito espiritual.