En mi alma existe un impulso que me llama, que me anima a alcanzar nuevas alturas y a buscar nuevas experiencias. Hoy respondo al llamado de mi corazón. El mero acto de comenzar me hace sentir un entusiasmo que disipa cualquier duda que me haya retenido. Tengo todo lo que necesito en mí.

El entusiasmo, la imaginación y la fortaleza de Dios son parte de mi identidad espiritual. Puedo activar estos dones cuando comienzo cualquier nueva aventura, sin importar cuán grande o pequeña sea. Aprovecho cada día, poniendo mi mente y corazón en todo lo que hago. Avanzo con pasión y determinación.

Al vivir partiendo de mi divinidad, del Cristo en mí, puedo ser y hacer más de lo que imaginé alguna vez, solo con dar el primer paso.