Como los rayos del sol que atraviesan las nubes, los momentos de alegría atraviesan cualquier momento de aburrimiento o tensión y le dan color a mi día. Mi visión optimista amplifica mi apreciación de las bendiciones, grandes o pequeñas.

A lo largo del día, noto la felicidad, la belleza y los sentimientos que construyen mis recuerdos. Puede ser por ver que un hermoso pájaro vuela majestuosamente o por compartir una comida deliciosa con mis seres queridos.

Mi día refleja mi mundo interno. Me comprometo a vivir con alegría y a mantener mi fe en que Dios se expresa a través de mí y de los demás. Veo belleza, gracia y serenidad dondequiera que voy. Con ánimo y confianza, yo soy libre para sonreír y ser alegre.