Lo más valioso que puedo hacer por otra persona es orar. Cada vez que oro por los demás, visualizo que el mayor bien se manifiesta según mantengo pensamientos de paz, salud y prosperidad.

Cuando muchas personas nos unimos en oración, construimos una poderosa conexión espiritual que eleva, bendice y sana. Jesús habló de esta fuerza en números cuando llamó a la gente a alinearse con el poder superior que él estaba expresando.

Al orar por los demás, comparto algo de mi energía y de mi corazón, viéndolos en el espíritu de la unidad radiante. Una parte de mi ser se conecta en armonía y hermandad. En esta conciencia compartida de oración, aumento mi percepción de que todo es posible.