De pequeños, agradecíamos y bendecíamos los alimentos que íbamos a comer. También bendecíamos y pensábamos en quienes hicieron posibles los alimentos. Hoy en día, bendigo a mi familia y amigos en mis oraciones antes de dormir. Recuerdo que bendecir tiene una cualidad magnética.

Al bendecir mi día, mi familia, mis amigos y todo lo prometedor de mi vida, atraigo mayor bien. El vivir sabiéndose bendecido conlleva comenzar cada día reconociendo la abundancia de la provisión divina y la buena voluntad inherente en la humanidad. Doy gracias por mis seres queridos por su amor y a Dios por todo el extraordinario bien en mi vida.

Yo soy realmente bendecido.