A medida que aprendo quien soy verdaderamente, acepto con gozo mi naturaleza crística. Descubro mi potencial espiritual a medida que permito que mis facultades divinas —tales como imaginación, fe, amor, sabiduría, comprensión, fortaleza, etc.— se expresen en mis pensamientos, palabras y acciones.

Cualquier idea de limitación se disuelve a medida que mi imaginación desarrolla una visión edificante y positiva para mi futuro. La fe provee una base firme para que los atributos de amor, sabiduría y comprensión den vida a mi visión de la vida. La facultad de la fortaleza me permite superar cualquier reto. Estos atributos divinos son míos para desarrollarlos y utilizarlos a medida que mi potencial divino se desenvuelve.