4 de Julio del 2012 - Miercoles
Libertad
El espíritu liberador de Dios vive en mí.
Libertad, dulce libertad. El deseo humano de libertad es innato y universal. Gracias a un espíritu libre, honro mi verdadera esencia. Soy libre para pensar, decir y hacer lo que escoja. Soy libre para crecer y cambiar. Soy libre para crear mi vida cada día. Celebro mi libertad para orar y alabar tal como escoja, de cumplir mis sueños, de expresar el espíritu de Dios que vive en mí de manera única.
Reconozco que la libertad conlleva una responsabilidad sagrada. Permanezco a tono con la sabiduría de mi alma al orar y profundizar mi comprensión de Dios, de mí y de los demás. El espíritu liberador de Dios vive en cada uno de nosotros, y lo honro.
El que fija la mirada en la ley perfecta, que es la ley de la libertad, … será dichoso en todo lo que haga.—Santiago 1:25