15 de Julio del 2012 - Domingo
Curación
Soy uno con la vida renovadora de Dios.
En este momento, hago una pausa para centrar mi atención en la presencia de Dios en mí. Relajo mi mente y mi cuerpo. Con cada aliento sosegador, siento cómo la tensión y las preocupaciones se disipan. Suelto cualquier pensamiento de enfermedad o temor, y niego que tengan poder sobre mí. En su lugar, afirmo que el fluir de la vida divina me renueva y sana.
Soy uno con la vida y sustancia de Dios. Al estar consciente de esta verdad, me calmo aun más y permito que todo mi ser descanse en esa paz sanadora. A partir de este momento, voy adelante con nueva fe, energía y gratitud. Doy gracias por la renovación, la salud, la paz y la actividad restauradora de la vida divina que fluye en mí.
¡Paz a los que están lejos, y paz a los que están cerca! ¡Yo sanaré a mi pueblo!—Isaías 57:19