21 de Julio del 2012 - Sabado
Consuelo
¡Gracias, Dios, por Tu amor eterno!
Cuando ocurren cambios de repente o dramáticamente, recuerdo que nunca estoy solo. El amor de Dios está conmigo y en mí. Las circunstancias en la vida son transitorias, mas el amor de Dios es eterno y perdurable.
Tomo la resolución de darme tiempo para adaptarme al mundo externo. Oro y entro en un momento de reflexión interna. Siento que la fortaleza y la paz de Dios me apoyan.
Puedo sentir el amor divino aun en medio de una circunstancia retadora. Dios es la fuente de mi fortaleza, sabiduría y calma. En momentos de cambio y durante toda mi vida, soy consolado y sostenido por el amor de Dios en mí.
Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar.—Salmo 46:2