8 de agosto del 2012 - Miércoles
Curación
La luz y la vida de Dios fluyen en mí y me sanan ahora.
Ser saludable es más natural que estar enfermo. Mi cuerpo tiende a ser fuerte ya que Dios me creó para una vida abundante. Cada vez que necesite sanar, me calmo, suelto mis temores y permito que la luz y la vida de Dios fluyan ininterrumpidamente en mí. Afirmo que el poder morador de Dios es capaz de sanar todo lo que necesita sanar.
Una luz vibrante de vida me llena, impregnando cada célula y fibra de mi ser. Dios es más poderoso que cualquier apariencia de enfermedad, y Su vida revitaliza mi cuerpo ahora. Primero obra en la mente, luego en el cuerpo, y seguidamente mi curación tiene lugar. Momento a momento, doy gracias por la luz y la vida de Dios en mí.
Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida.—Isaías 58:8
Una luz vibrante de vida me llena, impregnando cada célula y fibra de mi ser. Dios es más poderoso que cualquier apariencia de enfermedad, y Su vida revitaliza mi cuerpo ahora. Primero obra en la mente, luego en el cuerpo, y seguidamente mi curación tiene lugar. Momento a momento, doy gracias por la luz y la vida de Dios en mí.
Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida.—Isaías 58:8
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