26 de agosto del 2012 - Domingo
Presencia
Gracias, Dios, por Tu presencia.
Al ir a mi interior para pasar un momento en oración y meditación, puedo sentir la presencia de la vida, el amor y la luz de Dios que me sostiene a través de toda experiencia.
Al respirar profunda y sosegadamente, experimento cómo la vida divina fluye en mí, sanándome física, mental y emocionalmente. Toda lucha y todo temor se disipan en la nada de la cual surgieron.
Contemplo la presencia del amor divino en mí, la cual provee todo lo que pueda necesitar y aviva la luz divina que ilumina mi camino. Dios en mí me sustenta y me inspira a vivir mi mayor potencial. Gracias, Dios, por Tu presencia que sana, fortalece, guía, prospera y alivia mi alma.
Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.—Hechos 2:28
Al respirar profunda y sosegadamente, experimento cómo la vida divina fluye en mí, sanándome física, mental y emocionalmente. Toda lucha y todo temor se disipan en la nada de la cual surgieron.
Contemplo la presencia del amor divino en mí, la cual provee todo lo que pueda necesitar y aviva la luz divina que ilumina mi camino. Dios en mí me sustenta y me inspira a vivir mi mayor potencial. Gracias, Dios, por Tu presencia que sana, fortalece, guía, prospera y alivia mi alma.
Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.—Hechos 2:28
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