Convulsiones Febriles
Las convulsiones febriles constituyen la forma más frecuente de convulsiones en los niños pequeños y habitualmente son de buen pronóstico.
El mecanismo por el cual se desencadenan las convulsiones durante los episodios febriles se encuentra en investigación, algunos estudios sugieren que el aumento brusco de la temperatura corporal en una edad determinada, asociada a la presencia de alteraciones en la transmisión entre las neuronas a nivel cerebral, seria la responsable de su desarrollo.
Se ha estimado que aproximadamente del 3 al 5% de los niños las padecen, principalmente entre los 6 meses y los 6 años de edad, siendo muy raras antes o después de esta edad. Cuanto más avanzada sea la edad del niño en la que aparece su primera convulsión, menor será la probabilidad de padecer otras. Un hecho muy común de encontrar es una historia familiar de hermanos o padres epilépticos o que hallan presentado en su infancia convulsiones febriles.
En cuanto al sexo, se ha visto que son más frecuentes, por una mayor susceptibilidad, en las niñas menores de 18 meses de edad que en los niños.
Es importante diferenciar la epilepsia que se caracteriza por presentar convulsiones en forma repetida pero no febriles, aunque durante un cuadro febril pueden presentarse convulsiones como en cualquier niño.
Cuadro clínico
Coincidentemente con el incremento súbito de la temperatura corporal aparecen las convulsiones, sobre todo cuando dicho aumento alcanza los 39 grados centígrados o más.
La convulsión que caracteriza a este cuadro es típicamente generalizada, donde el niño pierde la consciencia y mueve sus extremidades a los costados del cuerpo. Su duración es de unos segundos a varios minutos y posteriormente es seguida de un corto período de somnolencia. Si la duración se prolonga a más de 15 minutos, debe investigarse un posible trastorno de tipo orgánico.
Como éstos niños llegan a la consulta cuando el cuadro convulsivo ha finalizado, lo primordial en ese momento es buscar la causa de la fiebre, descartando siempre una meningitis.
Entre las causas más frecuentes de convulsiones febriles se destacan la otitis media aguda y las infecciones respiratorias virales.
Es importante destacar que la mayoría de las convulsiones febriles son inofensivas, no pudiendo demostrase fehacientemente que provoquen algún tipo de daño cerebral.
Tratamiento
El tratamiento consiste primordialmente en investigar cuidadosamente la causa de la fiebre e instaurar medidas para disminuir la temperatura.
Habitualmente no es necesario que sean hospitalizados, pero si el cuadro convulsivo se prolonga en el tiempo o es por una infección importante o no es posible determinar la causa, puede que la misma sea requerida.
Gran parte de los niños con convulsiones febriles no requieren de ningún medicamento para revertir el cuadro, pero en algunos casos es necesario administrarlos.
Es importante que los padres de estos niños permanezcan lo más calmados que sea posible. Colocando al niño en el suelo puede prevenirse la producción de heridas o golpes accidentales durante las crisis. Colocar objetos en su boca puede ser muy perjudicial, ya que si se rompen pueden llegar a dificultar el paso de aire hacia los pulmones con graves complicaciones.
Fuente : Latinsalud