Faringitis
La faringitis es una enfermedad inflamatoria de la mucosa que reviste la faringe y que se manifiesta por enrojecimiento e hinchazón de la misma. Esta afección a menudo se extiende también a las amígdalas, denominándose faringoamigdalitis.
Generalmente, es una infección viral la que comienza el ataque, predisponiendo a la colonización e infección por bacterias.
Los virus implicados con mayor frecuencia son los rinovirus, coronavirus, adenovirus, influenza y parainfluenza. Entre las bacterias se destacan el estreptococo beta hemolítico, neumococo, mycoplasma neuminiae, estafilococo aureus y el haemophylus influenza.
La puerta de entrada es la oral, por la vehiculización de los agentes causales a través de las gotas de flügge, es decir, las pequeñas gotas que las personas eliminan en forma de una lluvia invisible al hablar, toser o estornudar.
La faringoamigdalitis es una de las infecciones más comunes en niños entre los 4 y los 15 años, fundamentalmente en los primeros años escolares.
Cuadro Clínico
Las faringitis de origen viral predominan en otoño - invierno. Llamadas habitualmente angina roja, comienzan con un cuadro febril, malestar general, ardor en la garganta y dolor al tragar. Al inspeccionar la boca, se observa su parte posterior congestionada de color rojo intenso.
En las de origen bacteriano, el cuadro comienza bruscamente con irritación en la garganta, dolor y dificultad para tragar, fiebre de 38,5 a 39.5 grados centígrados, nauseas y vómitos, dolores de cabeza y en algunos casos dolor abdominal. La observación de la faringe muestra una congestión de la misma acompañado de una secreción blanco - grisácea. La fiebre desaparece en 3 a 5 días y el resto de los síntomas en una semana.
Para el alivio del dolor y la disminución de la fiebre, están indicados los medicamentos analgésicos y antipiréticos, como el ácido acetil salicílico (aspirina) o el paracetamol. La necesidad del reposo, ya sea absoluto o relativo, depende del compromiso del estado general.
En caso de faringitis de origen bacteriano, debe instaurarse el tratamiento antibiótico para erradicar el microorganismo causal y evitar las complicaciones. Los más utilizados son las penicilinas, macrólidos y las cefalosporinas. En caso de alergia a las penicilinas puede utilizarse eritromicina o clindamicina. Esta última debe manejarse con precaución por los efectos secundarios que pueden aparecer.
El tratamiento con antibióticos es muy eficaz para la prevención de la fiebre reumática, complicación del estreptococo beta hemolítico del grupo A.
Consulte a su médico.
Fuente : Latinsalud