Cáncer de Tiroides
Esta enfermedad supone el tumor más frecuente del sistema endocrino. Tiene, no obstante, una baja incidencia, siendo el responsable del 1% de las muertes por cáncer. Y su frecuencia se incrementa con la edad. El cáncer de tiroides se clasifica en diferentes tipos, según sean las células que lo forman. Así se describen fundamentalmente: carcinoma papilar, folicular, medular y anaplásico.
Estos tumores presentan una gran variabilidad en su comportamiento, desde una moderada agresividad hasta el desenlace fatal.
¿Qué factores contribuyen a su aparición?
No se conocen claramente cuales son las causas de este tipo de tumor salvo su relación con las radiaciones ionizantes (radioterapia). Se han detectado múltiples casos 10 ó 20 años después de haber recibido este tipo de tratamiento. Asimismo, se barajan otra serie de factores que colaboren en su génesis:
La posible asociación con otras enfermedades del tiroides. La elevación de la TSH que provoque un estímulo constante de la glándula tiroidea. Las zonas de bocio endémico. Los factores genéticos predisponentes.
Carcinoma papilar
Es el tumor tiroideo más frecuente, alrededor del 60% del total. Es el de menor grado de malignidad. Habitualmente se produce en jóvenes. En estos pacientes suele identificarse un antecedente de radioterapia previa.
El tumor crece lentamente y con frecuencia se extiende a los ganglios adyacentes en el cuello, dando lugar a las adenopatías detectables por la palpación de la zona. La diseminación a distancia es más rara.
En general, el individuo acude a la consulta del médico cuando nota la presencia de un nódulo indoloro en la parte anterior del cuello (nódulo tiroideo) o bien al observar ganglios inflamados a nivel cervical.
El médico realiza entonces, diferentes pruebas complementarias, pudiendo encontrar los siguientes hallazgos:
Análisis de sangre: Las hormonas tiroideas son normales. Ecografía del tiroides: Nódulo sólido, mal delimitado, con algunas zonas líquidas en su interior. Gammagrafía del tiroides: Se comporta generalmente como un nódulo frío, es decir, que tras la inyección del isótopo se objetiva escasa captación en el tiroides. Biopsia del tiroides.
El tratamiento depende del tamaño. Los más pequeños se tratan con resección parcial de la glándula mientras que los grandes requieren una resección total. Es un tumor de bajo grado de malignidad con una mortalidad a los 10 años del 5-10%. No obstante, existen grupos de pacientes donde el pronóstico se ensombrece:
Ancianos. Varones. Tumores mayores de 4 cm. Diseminación local y a distancia. Las adenopatías regionales (próximas al tiroides) no empeoran el pronóstico. Los tumores indiferenciados, es decir, los más inmaduros.
Carcinoma folicular
Supone el 10-15% de todos los carcinomas de tiroides y el segundo en frecuencia. Se presenta a edades más avanzadas, sobre todo, en los ancianos. Se ha detectado un mayor número de casos en las zonas de bocio endémico. El primer síntoma suele ser la detección de un nódulo o masa en el tiroides que ha ido creciendo lentamente; es dura y casi siempre indolora. No es frecuente la existencia de ganglios afectados en las zonas próximas al mismo. La ecografía no tiene especificidad. La biopsia es necesaria para valorar el grado de invasión del tumor. También se considera un tumor de bajo grado de malignidad pero es de peor pronóstico que el carcinoma papilar. Se disemina a distancia con más frecuencia, a través de la sangre, llegando fundamentalmente al pulmón, huesos e hígado. La evolución es peor en aquellos pacientes con:
Edades superiores a 40-50 años. Una variante del tumor que invade los vasos sanguíneos, con una mortalidad del 40% a los 10 años. Tumores mayores de 6 cm, aunque en este caso el tamaño no es tan importante como en el papilar.. Metástasis.
El tratamiento consiste fundamentalmente en la resección completa de la glándula y yodo radiactivo.
Carcinoma medular
Supone el 10% de los cánceres de tiroides y afecta a cualquier grupo de edad, con leve predominio en las mujeres. Deriva de las células C o parafoliculares, a diferencia de los anteriores carcinomas, que producen la calcitonina entre otras sustancias. Existen dos formas de presentación:
Forma esporádica: El 75-80% de los casos. Afecta a sujetos entre los 40 y 50 años de edad. Forma familiar: El 25% de los casos. Se encuentra en familias y suele asociarse a un grupo de enfermedades endocrinas que recibe el nombre de síndrome de neoplasia endocrina múltiple tipo. Aparece en niños o jóvenes.
Al igual que en los otros tipos de tumores, lo primero que nota el individuo, de forma casual, es una masa en el tiroides, dura e indolora de crecimiento lento. Casi en la mitad de los casos se encuentra un aumento de los ganglios del cuello en el momento del diagnóstico. En algunas ocasiones, los primeros síntomas son debidos a las sustancias producidas por el tumor: diarrea intensa, episodios de flushing (sofocos), etc. Cuando el tumor se encuentra en el seno del síndrome se podrán observar los síntomas propios de esas otras enfermedades: feocromocitoma (aumento de las catecolaminas, adrenalina y noradrenalina), hiperparatiroidismo (elevación de la hormona paratiroidea).
Para el diagnóstico, es fundamental el determinar los niveles de calcitonina en sangre y en el tumor, que apoyarán el diagnóstico si se encuentran elevados. Se considera un cáncer de malignidad intermedia entre el folicular y el anaplásico (inmaduro). La mortalidad a los 10 años es del 35%.
La evolución es más desfavorable en los siguientes casos:
Mayores de 50 años. Presencia de síntomas producidos por las sustancias que secreta el tumor. En orden decreciente: Asociado a un síndrome carcinoma esporádico y el carcinoma familiar con la tasa más baja de mortalidad. Metástasis: este tumor disemina raramente a distancia. Elevados niveles de calcitonina.
La tiroidectomía o resección total de la glándula será el tratamiento más adecuado, extirpando también algunas cadenas de ganglios cervicales.
Linfoma del tiroides
Lo más frecuente es que afecte a personas mayores de 60 años, con un bocio que crece rápidamente. No siempre existe historia previa de bocio. Los síntomas dependerán del tamaño del tumor y de su grado de invasión de otras estructuras, que tiene lugar en pocas semanas. El tiroides se torna duro, doloroso y con dificultad para movilizarlo a la palpación. Los síntomas suelen ser ronquera, dificultad para tragar, estridor, etc. La presencia de ganglios próximos es muy habitual. El diagnóstico definitivo se realizará a través del análisis microscópico de una muestra del tiroides obtenida por punción.
La cirugía como tratamiento se planteará cuando el tumor tenga forma nodular, es decir, cuando la enfermedad esté localizada y se continuará posteriormente con quimioterapia y radioterapia. En casos de enfermedad difusa con afectación de otros órganos se utilizará radioterapia con o sin quimioterapia, según la localización. El pronóstico depende de la extensión de la enfermedad en el momento del diagnóstico y del tipo de células que lo constituyen.
Fuente : Saludalia/Dra. Ana Cristina Royo García