Apendicitis Aguda
La Apendicitis es en sí una inflamación del Apéndice Vermiforme, la cual puede ser Aguda o Crónica. En razón de su frecuencia, la apendicitis aguda merece una consideración por separado. Su incidencia es máxima entre los 10 y los 35 años, aunque puede observarse a cualquier edad. El 7-12% de la población general padece apendicitis aguda en algún momento de su vida.
La localización del apéndice es relativamente variable, lo que tiene implicaciones clínicas importantes. En la mayoría de los casos se sitúa en la parte inferior del colon, pero puede hacerlo en su cara posterior, en los lados, o en sectores más altos del ciego o el colon, y muy raramente puede faltar. No se conoce con exactitud la función que cumple, si bien sus paredes tienen gran cantidad de tejido linfático (de defensa) lo que ha hecho que se le atribuyan funciones de defensa, pero no está claro el mecanismo.
Los factores que participan en el desarrollo de una apendicitis aguda no están claros, pero parece que lo fundamental es la obstrucción del lumen del apéndice. Esta obstrucción puede ser por distintas cosas; lo más común es por materia fecal, fecalitos o coprolitos, menos frecuente por parásitos, y de éstos el más común es el Ascaris, ocasionalmente se puede deber a tumores primarios o secundarios, y en los niños se debe fundamentalmente a hipertrofia linfática.
Cuando la presión alcanza un determinado nivel, compromete la irrigación sanguínea de las paredes del órgano, lo que facilita la perforación de la misma. En ese punto de la evolución es muy infeccioso (pus) se vierte en la cavidad abdominal, lo que puede llevar a la generalización de la infección en el abdomen (peritonitis) o a generar una infección localizada (absceso).
Al haber obstrucción, las glándulas mucosas siguen produciendo mucus, se llena la cavidad con secreción, lo que produce un fenómeno de hiperpresión, que compromete la circulación venosa y linfática, posteriormente la circulación arterial, se produce la necrosis de la mucosa, la traslocación o invasión bacteriana del lumen a la pared, la inflamación del tejido linfático, y si esto progresa puede llegar a la perforación. Se discute una etiología viral o bacteriana en estos casos, no hay ninguna conclusión clara, a pesar de que en algunos casos se ha demostrado una incidencia de tipo estacional en la apendicitis aguda.
Manifestaciones Clínicas
Los síntomas de apendicitis varían según la edad del sujeto y según la localización del apéndice en el abdomen. Produce dolor, fiebre y náuseas. El dolor suele comenzar en el centro del abdomen, pero en el transcurso de las horas se desplaza al sector inferior derecho del mismo. Esto es lo que sucede en las localizaciones típicas, pero también puede ocurrir que el dolor se localice en un punto más alto, o más bajo.
La fiebre es el síntoma más constante pero también puede estar ausente. Las náuseas y los vómitos suelen acompañarse de otras alteraciones del tránsito intestinal, en general constipación, pero también dependiendo de la localización, puede dar diarrea. La intensidad del dolor aumenta con el transcurso de las horas. Los movimientos respiratorios aumentan la intensidad del mismo por lo que el paciente tiene una respiración superficial.
Diagnóstico
El diagnóstico de apendicitis se basa en la historia clínica y el examen físico, aunque también se apoya en algunas pruebas de laboratorio ninguna de éstas diagnostica la enfermedad. Los estudios utilizados para apoyar este diagnóstico son: aumento de los glóbulos blancos en la sangre (indicativo de infección) y algunas técnicas que emplean imágenes, como la ecografía.
En algunos casos, aproximadamente en el 40% de ellos, puede existir una forma de presentación poco característica de apendicitis aguda. Así, puede resultar más difícil de diagnosticar en los lactantes, los ancianos y en las mujeres embarazadas.
Múltiples procesos pueden confundirse con apendicitis aguda tales como la infección ginecológica y la rotura de folículos ováricos en la mujer, la gastroenteritis aguda, la colecistitis aguda, la pancreatitis aguda, los cálculos urinarios, la pielonefritis aguda, etc.
Tratamiento
El tratamiento es en todos los casos quirúrgico. En los casos no complicados consiste en la extirpación simple del apéndice, para lo cual se hace una pequeña incisión en la pared abdominal. También se puede hacer mediante laparoscopía, que es la introducción de un tubo flexible, provisto en su extremo de un dispositivo que permite ver y realizar maniobras, en este caso extirpar el apéndice. No se debe tomar ninguna medicación (por ejemplo laxantes) o cualquier medida terapéutica sin hacer la correspondiente consulta médica, ya que estas medidas suelen acelerar y agravar el cuadro.
Fuente : Americasalud/Dra. Mónica Jodal