La epilepsia
La epilepsia es una condición más que una enfermedad. Una condición caracterizada por ataques de epilepsia. Se define como la presencia recurrente de crisis epilépticas. Las crisis epilépticas son disfunciones cerebrales, que sobrevienen y acaban en forma brusca, y que pueden tener cambios de conciencia, cambios motores y cambios psicológicos.
Duran un lapso breve, de 2 a 3 minutos, después de lo cual el paciente puede recuperarse o quedar en estado post-crítico. Ocurren por una descarga neuroniana excesiva en algún grupo neuroniano del cerebro, pues solamente de él provienen estos ataques epilépticos; no hay ataques del cerebelo, del tronco cerebral o de la médula.
La epilepsia tiene su origen en unos cambios breves y repentinos del funcionamiento del cerebro. Por esta razón, se trata de una afección neurológica, la cual no es contagiosa ni está causada por ninguna enfermedad o retraso mental. Los cuadros epilépticos no son contagiosos, no constituyen una enfermedad mental, no afectan la inteligencia y las personas que las presentan pueden llevar una vida prácticamente normal, una vez que logran controlar sus crisis con el tratamiento apropiado.
Síntomas
Las crisis generalizadas pueden manifestarse con pérdida brusca de conocimiento con caída al suelo, contractura de los músculos de las extremidades y de la cara seguidas de sacudidas rítmicas. En otras oportunidades, especialmente en niños y adolescentes; y se manifiesta más en los hombres que en las mujeres, las crisis se presentan con una pérdida de conocimiento, de segundos de duración, con rápida recuperación.
Las crisis parciales pueden presentarse con sensaciones subjetivas extrañas o difíciles de describir o con fenómenos auditivos, visuales, sensación de hormigueo, etc. Estos síntomas pueden aparecer en forma aislada o dar paso a una pérdida de conocimeinto con movimientos auomáticos de la boca, de las manos o de otra parte del cuerpo.
Signos de alarma que advierten que se está produciendo un ataque epiléptico: Períodos de confusión mental. Comportamientos infantiles repentinos. Movimientos como el de masticar alimentos sin estar comiendo, o cerrar y abrir los ojos continuamente. Debilidad y sensación de fatiga profundas. Períodos de "mente en blanco", en los que la persona es incapaz de responder preguntas o mantener una conversación y manifiesta convulsiones y fiebre.
¿Qué la causa?
La epilepsia es un trastorno con muchas causas posibles. Cualquier cosa que impida o distorsione el patrón de actividad neuronal normal puede conducir a la aparición de una crisis epiléptica. Se ha observado que algunas personas epilépticas tienen una cantidad más alta de neurotransmisores activos (sustancias encargadas de conducir el impulso nervioso entre las neuronas), lo cual incrementa la actividad neuronal. En otros se ha observado una cantidad baja de inhibidores de dichos neurotransmisores, lo cual también aumenta la actividad neuronal.
Tendencia familiar o hereditaria
Predisposición hereditaria. Es más probable que una persona tenga convulsiones si sus padres han padecido crisis convulsivas. Actualmente se está tratando de localizar si existe el gen responsable de las crisis convulsivas.
Estado de maduración del cerebro. Aún entre las diferentes edades pediátricas, hay una enorme diferencia en la frecuencia de convulsiones infantiles. En la etapa prenatal el umbral es muy alto y las crisis poco frecuentes; en el recién nacido (primeros 30 días) el umbral es bajo y las crisis frecuentes. Entre los dos y cinco años el umbral va aumentando hasta que alcanza el nivel máximo a los cinco años.
Existencia de lesión cerebral. El cerebro puede estar programado para desarrollarse normalmente, pero puede sufrir lesiones durante el embarazo, el nacimiento o más adelante. Las lesiones pueden deberse a tumores cerebrales, alcoholismo u otras drogas, Alzheimer, meningitis, encefalitis, SIDA, ciertas alergias, etc., porque todo ello altera el normal funcionamiento del cerebro.
La base del tratamiento son los medicamentos antiepilépticos, también llamados anticonvulsivantes. Estos medicamentos logran controlar las crisis en aproximadamente dos tercios de los pacientes. A veces no se logra controlar las crisis con el primer medicamento o se requiere aumentar más la dosis para que el tratamiemnto sea efectivo. Es importante seguir en forma precisa y regular las indicaciones del médico , incluyendo el horario en que se toman los medicamentos. En el caso de que se logre eliminar las crisis por un período prolongado esto no significa que las crisis epilépticas se encuentren curadas.
Mantenga la calma y no se asuste. No sujete ni trate de reanimar a la persona; por lo general , ella recuperará la conciencia en pocos minutos. Aunque aparentemente no respire, no necesita respiración artificial; no interfiera en sus movimientos.
Fuente : Abcmedicus/Mario Colmenares