Del mal aliento no se salvan ni los niños
La limpieza mecánica de la lengua es el paso más importante para controlar la halitosis.
La halitosis o mal aliento está alcanzando cifras significativas. Se calcula, según el libro de Higiene Oral Siglo XXI, que el 40% de la población mundial padece o ha padecido en algún momento de su vida este olor desagradable que se exhala de la boca, lo que supone una afectación alta que se ve incluso en los niños.
La mayoría de las personas que sufren de halitosis creen erróneamente que sufren de problemas digestivos y consultan al médico buscando solución al problema. Estudios clínicos, también referenciados en el libro de Higiene Oral, han confirmado que el origen del mal aliento se produce en la boca en el 90% de los casos, y sólo el 10% restante, es de origen externo (tumores, sunisitis, problemas gástricos, pulmonares, etc).
Por lo tanto, el profesional a consultar es un odontólogo o el equipo de salud oral, quienes son los que realmente le pueden asesorar en la verdadera solución del problema, ya que tener mal aliento no solo incomoda a quien lo padece sino que puede ser molesto para los demás incluyendo a la pareja, pudiendo afectar su vida personal y social.
Además, es importante saber que la Halitosis no es una enfermedad, sino el efecto de un trastorno o alteración digestivo, dental o una inadecuada higiene oral. Y aunque esta última puede a menudo crear condiciones ideales para el desarrollo del mal aliento, existen otras causas de origen sistémico que se relacionan con la misma como anorexia, problemas renales, biliares, trastornos sanguíneos, diabetes, entre otros.
Para mejorar la higiene bucal empieza por la lengua
La adecuada higiene oral será esencial para combatirla y la limpieza de la lengua un punto importante a tener en cuenta. La gran extensión de la lengua y su estructura llena de papilas hace que retenga una gran cantidad de restos de comida y desechos que son descompuestos por microorganismos presentes en la boca lo que origina el mal olor principalmente mediante la producción de compuestos volátiles de azufre.
Los filamentos o cerdas de los cepillos están diseñados para limpiar los dientes y las encías ya que la suavidad de sus cerdas no permite el adecuado barrido de la lengua, la cual por ser una superficie pegajosa “porosa” requiere más firmeza al momento de su limpieza.
El hilo o sedas dentales son utilizados para remover los residuos entre los dientes. Solo la incorporación de un limpiador o raspador de lengua adecuado para tal fin en la rutina de la higiene oral permite la correcta remoción de bacterias y residuos de comida que se acumulan en especial en el tercio posterior de la lengua (el más lejano de la punta) y que son productores de mal aliento.
Es tan importante la limpieza de la lengua que sus bondades vale la pena tenerlas en cuenta ya que reduce el potencial de la halitosis, retarda la formación y acumulación de la placa bacteriana o biofilm, y contribuye a la limpieza general de la boca.