Hemorragias ginecológicas
La hemorragia uterina disfuncional es la causa más frecuente de pérdida sanguínea anormal, por ello, cuando se detecta, constituye un diagnóstico de exclusión. Se suele producir a edades extremas de la vida reproductiva, donde más del 50% de los casos corresponden a mujeres mayores de 45 años y el 20% a adolescentes. Asi mismo, puede presentarse en ciclos anovulatorios u ovulatorios”, explican los ginecólogos.
La hemorragia en mujeres anovulatorias suele ser el resultado de la estimulación del endometrio por estrógenos sin oposición (por ejemplo, en personas que los ingieren exógenos o que presentan anovulación normogonadotrópica), lo que puede producir hiperplasia endometrial donde el tejido, engrosado por los estrógenos, se desprende de forma incompleta y dispareja, acompañado de un sangrado irregular, prolongado y a veces, abundante o en exceso.
En los ciclos ovulatorios, la pérdida sanguínea suele deberse a ciertas anomalías. La hemorragia uterina disfuncional es frecuente en mujeres con síndrome del ovario poliquístico, mientras que un 20% de las pacientes con endometriosis presenta tal sangrado pero de causa desconocida.
Se considera que la menstruación es normal cuando el sangrado uterino ocurre entre cada 25 y 35 días y no es excesivo. La duración normal del sangrado viene a ser entre 2 y 7 días.Por hemorragia uterina anormal se entiende cuando o bien la frecuencia o bien la cantidad del sangrado uterino difiere de lo mencionado anteriormente. O bien ocurren sangrados uterinos sin relación con el ciclo menstrual.
La duración usual de la menstruación es de 2 a 8 días, variando su patrón de una mujer a otra. Se considera como normal un intervalo entre los ciclos de 21 a 35 días. La duración de la fase postovulatoria es fija, de 14 días, presentándose variaciones en la primera fase o proliferativa. El volumen de sangre perdido con cada menstruación es de 30 cc aproximadamente, considerándose anormales cantidades que sobrepasen los 80 cc.
Causas
Entre las anomalías estructurales se encuentran lesiones benignas, como los pólipos endometriales, los fibromas o miomas uterinos y la adenomiosis. También puede ser la manifestación de un cáncer de endometrio. En otras ocasiones puede deberse a lesiones a nivel del cérvix o de la vagina, ya sean benignas o cancerosas, infecciones crónicas del endometrio (endometritis) o al uso de dispositivos intrauterinos (DIU).
Otras causas de hemorragia uterina anormal, pueden ser el uso de medicaciones que afectan a la producción normal de estrógenos y progesterona; enfermedades médicas crónicas, tales como la diabetes sacarina o enfermedades del hígado, riñón, glándula tiroidea o glándulas suprarrenales. También el estrés físico o emocional puede inducir la aparición de hemorragia uterina anormal.
Tratamiento
Es altamente recomendable el tratamiento individualizado según la causa específica del sangrado anormal. En el caso de la hemorragia uterina disfuncional, es decir aquella debida a la anovulación, el tratamiento será fundamentalmente médico, mediante la toma de fármacos que reinstauren la ovulación o bien permitan un control de la hemorragia. En caso de que estos tratamientos fracasen, una alternativa útil es la ablación endometrial, es decir, la exéresis de la mayor parte del tejido endometrial, lo cual permitiría una disminución en la cuantía del sangrado. Este tratamiento ha de reservarse para aquellas pacientes que no presenten deseos de fertilidad. Se realiza por vía histeroscópica bajo anestesia general. Es importante excluir lesiones serias de endometrio, fundamentalmente cáncer de endometrio, antes de realizar este procedimiento.
Si se trata de enfermedades crónicas que induzcan hemorragias uterinas anormales, el enfoque terapéutico debe dirigirse fundamentalmente al tratamiento de dicha enfermedad, siendo de ayuda medidas similares a las anteriormente descritas. Las anomalías estructurales del útero o del endometrio tendrán un tratamiento específico, fundamentalmente de tipo quirúrgico, bien sea utilizando la histeroscopia, como puede ser la exéresis de miomas y de pólipos; bien mediante cirugía a cielo abierto (laparotomía), pudiendo ser necesario la extirpación sólo del mioma, en caso de que ésta sea la causa del sangrado (lo que se denomina miomectomía); o, en circunstancias extremas, la exéresis del útero (histerectomía).
Fuente : www.viatusalud.com