Labios a flor de piel
La piel que recubre sus labios es extremadamente delicada y propensa a sufrir problemas de deshidratación, irritación e incluso arrugas.
Cuídelos, necesitan que les preste toda su atención
Dicen que la naturaleza es sabia, pero en el caso de los labios no lo ha demostrado demasiado. Al privarlos de toda protección, se han convertido en la presa más fácil en manos del sol, el agua, el viento, el frío y el calor. No permita que las inclemencias del tiempo acaben destruyendo su preciosa sonrisa.
Viento amenazador y cortante
Uno de los mayores enemigos de sus labios es el aire. Tanto en invierno como en verano, su acción sobre la membrana que los recubre puede ser devastadora, llegando a quemarla y agrietarla sin compasión.
Para protegerlos, las y los estilistas más experimentados recomiendan que se utilice un protector labial rico en vitaminas y sustancias hidratantes. Si el daño producido ha llegado a causar lesiones importantes, como grietas profundas y sangrantes, deberá aplicarse un producto con agentes cicatrizantes, analgésicos y antiinflamatorios que ayuden a curar las heridas y mitiguen el dolor.
Un rayo de sol...
Puede resultar fatídico, sobre todo en las épocas del año en que luce con más fuerza. Si le encanta broncearse y no pierde la oportunidad de exponerte ante el sol siempre que puede, recuerde que sus labios se encuentran indefensos. La acción del sol sobre su delicada piel puede acabar deshidratándolos y arrugándolos.
Evite que esto ocurra extendiendo sobre ellos una buena cantidad de crema solar especial para labios, que tenga como mínimo, un factor veinte de protección y sea resistente tanto a los cambios de temperatura como a la humedad.
Las manos, quietas...
Si sus labios se encuentran dañados, no agrave más la situación tocándoselos con las manos, los dientes o la lengua. Es muy común que, muchas veces sin ni siquiera darse cuenta, pellizque y muerda las pieles que aparecen a causa de la sequedad. ¡No lo vuelva a hacer!, pues lo único que conseguirá será infectarlos.