La natación y sus ventajas
La natación es un deporte que la mayoría de las personas pueden practicar, sin importar su edad. Increible resistencia cardiopulmonar, control de la presión y del sobrepeso y desarrollo de la mayor parte de los grupos musculares son algunos de sus beneficios, que se optimizan si se piensa en el bajo impacto que provoca en el cuerpo.
El desarrollo físico que propone la natación, sobre todo cuando se la practica desde una edad temprana, no sólo es una excelente base para la salud del cuerpo, sino también para su estética y el bienestar emocional. Puede practicarse en soledad o en equipos, en invierno o verano, al aire libre o en estadios cerrados y a casi cualquier edad de la vida.
Muchos motivos hacen de la natación, en todos sus estilos y campos de práctica uno de los mejores ejercicios aeróbicos. Esto se debe a que es uno de los deportes más completos, teniendo en cuenta la cantidad de grupos musculares que entran en acción durante su práctica.
Al nadar con estilo se ponen en funcionamiento, a la vez, más de dos tercios de todos los músculos de nuestro cuerpo. En la mayoría de los estilos aceptados, los gestos técnicos de desplazamiento implican la participación de los músculos del tren inferior, tren superior, del tronco y la cabeza. Todos ellos cumplen una función específica en el desarrollo de la estabilidad y la propulsión en el agua.
A pesar de que la natación es uno de los deportes de menor impacto, se calcula que la resistencia del agua al movimiento es muchas veces mayor que la que presenta el aire, lo cual obliga al cuerpo a desarrollar más energía para avanzar nadando. Pero esta energía es desarrollada en una forma pareja, utilizando más equilibradamente brazos y piernas que, por ejemplo, en la carrera, presente en muchos deportes como football, basquetball, o el salto (atletismo, volleyball, etc.)
Como decíamos, tiene un bajo impacto sobre las distintas partes de nuestro cuerpo. Esto se debe a que, al estar el cuerpo sostenido o sustentado por el agua, se reduce al máximo la tensión de los huesos y las articulaciones. Esto la hace preferible a casi todos los demás deportes competitivos.
La carrera, parte esencial de muchos deportes, provoca un fuerte impacto sobre las articulaciones, en especial las rodillas y tobillos. Comparándola con ella, la natación no sólo no tiene esa indeseable consecuencia sino que, por el contrario, fortifica los tejidos articulares previniendo problemas. Por eso, nadar mejora la postura corporal y desarrolla la flexibilidad más que la mayoría de los deportes.
Calidad y bienestar
Muchos de los problemas propios del estilo de vida occidental, incluyendo la presión arterial, el sobrepeso, y otros efectos del sedentarismo pueden ser evitados y corregidos con la natación.
Nadar mejora la postura corporal y alivia tensiones, generando estados de ánimo positivos. Todos hemos experimentado el efecto relajante de una ducha tibia o de un baño de inmersión. Muchos problemas de angustia se resuelven con el sencillo hecho de volver al contacto con el agua.
El adoptar la posición horizontal favorece positivamente la circulación sanguínea y la estimula, ayudando a mantener una presión arterial estable y a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Pero también ayuda a mejorar estados de ansiedad y aliviar síntomas de depresión.
Otro de los beneficios de variar la posición vertical del cuerpo a la horizontal es que provoca el movimiento de las secreciones bronquiales, lo que hace más fácil eliminarlas.
La utilización de los músculos superiores del cuerpo puede servir en mucho a una reeducación respiratoria. Por ello, nadar resulta muy beneficioso para personas con problemas respiratorios, como el asma bronquial.
Si atendemos a los objetivos estéticos de muchas de las personas que se acercan a las actividades físicas, la natación ofrece resultados increíbles. Muchos de los cuerpos más bellos y mejor proporcionados son los desarrollados por nadadores de todos los estilos.
La natación puede ser practicada, con o sin objetivos competitivos, durante la mayor parte de la vida.
Para los niños, los especialistas aconsejan comenzar a meterlos en la piscina desde los tres meses de edad. Este bebé pequeño se familiarizará inmediatamente con el agua. Abriendo sus ojos sin miedo, cerrará naturalmente su boca para mantener la respiración, y nadará con movimientos que nadie le ha enseñado. Sus recientes experiencias en el ambiente acuoso del útero materno posibilitan este disfrute del agua, y ayudan a una adaptación fácil y rápida.
No es necesario ser todavía un niño para disfrutar de los beneficios de la actividad física en el agua. Entre las muchas actividades que podemos desarrollar en contacto directo con ella, la de mayores beneficios para el organismo y la mente es la natación.
Aunque no sepamos desarrollar un estilo correcto y elegante, el simple hecho de jugar en el agua será un ejercicio estimulante.
Acercarse a centros de enseñanza de la natación o reunirse con amigos y pares para su práctica será una decisión que siempre nos felicitaremos de haber adoptado.
Fuente : Internet