La Natación
Ser inactivos, estar todo el día sentados o ir y volver en coche al trabajo produce encogimiento, tensión, debilidad y dolor de espalda. Para algunos, esta molestia limita sus vidas. Nadar es un remedio eficaz y muy agradable: fortalece los músculos y a la vez los relaja.
La espalda es un complejo entramado formado por numerosos músculos que la sostienen y nos permiten estar sentados, en pie, girar o saltar. Cuando estos músculos se tensan, dañan o lesionan, provocan daño. Nadar es excelente: previene, mejora el dolor, tiene un riesgo mínimo de lesión y es tolerado por enfermos articulares y cardiacos. Y es un buen ejercicio para las mujeres embarazadas en avanzado estado de gestación.
El 85% de la población de los países desarrollados sufrirá dolor de espalda a lo largo de su vida. Ante estas estadísticas, los médicos se muestran partidarios de la actividad física por encima de los medicamentos, siendo incluso una buena alternativa a la cirugía.
Los especialistas coinciden en que la natación es el mejor deporte para las personas que padecen dolencias, malformaciones (tipo escoliosis) o lesiones de espalda (hernia discal, desviación de columna). Nadar ayuda a combatir el dolor e incluso a mejorar o a recuperarse de sus dolencias.
Beneficios de la natación
Practicar natación supone un buen entrenamiento para los músculos, el corazón y los pulmones. Proporciona los beneficios saludables del ejercicio aeróbico y, por la moderada frecuencia cardiaca a la que se trabaja, resulta perfecto para el sistema cardiovascular. Para lograr estos beneficios, se recomienda nadar un mínimo de tres veces a la semana entre media hora y una hora.
Al nadar, la flotabilidad del agua soporta el peso del cuerpo y sustenta las articulaciones, protegiéndolas de posibles lesiones. Es un ejercicio suave, por lo que es la mejor opción si se padece alguna dolencia, se está débil o entumecido. Resulta ideal para personas con sobrepeso, que recuperarán su agilidad dentro del agua.
Ayuda a quemar calorías y a controlar nuestro peso. Pero si nuestro objetivo es perder algunos kilos debemos reducir la ingesta de calorías o aumentar la intensidad del entrenamiento.
Algunos consejos
Una vez el médico haya valorado nuestra condición física hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones:
Antes de lanzarse al agua hay que realizar un calentamiento suave al que añadiremos unos estiramientos.
Comienza tu sesión nadando suavemente y ve incrementando el ritmo poco a poco. No llegue nunca al agotamiento.
Para hacer que nuestra sesión en la piscina o el mar sea más entretenida es bueno aprender diferentes brazadas e ir alternándolas. Cada estilo trabaja los músculos de una manera diferente. El crol, la braza y la espalda son los que proporcionan un mejor entrenamiento general. La mariposa puede resultar demasiado dura.
También es aconsejable recibir lecciones de técnica. Nadar no es como correr o montar en bicicleta si se empieza mal, se continúa haciendo mal.
Hay algunas precauciones que debemos tener siempre en cuenta:
Evitar nadar solos: los calambres son muy traicioneros Saber cuál es la profundidad del agua y dónde hacemos pie Detenernos cuando nos sintamos cansados Emplear tapones especiales para evitar problemas de oído (los de silicona son muy buenos) Usar gafas y gorro de baño Enjuagar el pelo después para eliminar el cloro.
Si estamos en algún lugar costero no debemos olvidar:
Comprobar la temperatura y no lanzarse al agua si el estado del mar no lo permite Prestar atención a los obstáculos, anclajes o zonas peligrosas Nadar en paralelo a la orilla Evitar nadar solos Utilizar siempre gafas, sobre todo si se usan lentes.
Fuente : Saludmania