El doping
El doping es el uso por parte de un deportista de cualquier sustancia ajena al organismo, o cualquier sustancia fisiológica tomada en cantidad anormal o por una vía anormal, con la sola intención de aumentar en un modo artificial y deshonesto su performance en la competición. El uso de drogas que aumenten la apariencia física en volumen es probablemente el mayor problema que enfrenta hoy el deporte.
El doping es un método artificial de alterar la salud ocasionando serios daños e irreparables para el organismo, se conoce como la manera de simular rendimiento sin agotamiento dejando a la persona que práctica intensamente ejercicio más agotada a medida que pasa el tiempo.
Poner al máximo las potencialidades naturales es tarea del entrenamiento, del esfuerzo. Es cultivar la fuerza de carácter que desde el fondo mismo de la naturaleza e impulsa hacia desafíos superiores.
El doping ataca la lealtad deportiva, daña la salud y es un precursor más de la violencia. Pero fundamentalmente daña la sustancia misma del deporte, competencia en fair play o quizás la filosofía misma, aquélla que menciona al deporte como escuela de vida. El doping es una enfermedad crónica, progresiva y terminal.
La aparición y extensión del doping, se debe en gran parte a factores externos a la misma esencia del deporte, como el abuso de fármacos que se da en la actualidad y a la presión que ejerce la sociedad sobre el deportista, al que le exige una superación continua de su rendimiento deportivo.
El deportista recurre a los medicamentos para estimularse o sedarse, aumentar o disminuir su peso, aumentar su masa muscular y su fuerza, su capacidad cardiaca, concentración, calmar la fatiga, incluso la provocada por su entrenamiento. En definitiva para obtener el triunfo o para conseguirla con el menor esfuerzo.
El doping es una pieza que no encaja en la estructura del deporte. Su práctica es contraria a la ética y lealtad deportivas. En efecto, si uno de los objetivos de la práctica deportiva es el desarrollo integral del deportista en la libertad y la dignidad, con el doping se anula este propósito, porque su práctica corrompe al deportista, lo convierte en un objeto al que se utiliza y manipula.
El deporte de competición es un ejemplo característico de actividad que inevitablemente compara a cada deportista con sus compañeros, y se le exige además una constante superación para llegar a ser el mejor.
Muchos jóvenes usan anabólicos esteroides sólo para mejorar su aspecto físico exponiéndose a gravísimos riesgos. El doping es potencialmente peligroso para la salud, porque expone al organismo al riesgo de sobrepasar fatalmente sus límites normales, altera la coordinación normal de las funciones orgánicas y psíquicas, ocasiona progresiva dependencia y hábito al uso de drogas.
Las siguientes clases de sustancias están prohibidas por el Comité Olímpico Internacional: Estimulantes, Narcóticos, Beta bloqueantes, Diuréticos, Hormonas peptídicas y sus derivados.
Además están prohibidos los siguientes métodos de doping: Doping de sangre, Manipulación farmacológica, física y química de la orina. Y las siguientes sustancias están sujetas a ciertas restricciones: Alcohol, Marihuana, Anestésicos locales. El doping es problema social, cuya solución supone la aplicación de estrategias y acciones:
Preventivas: se ejercen mediante programas de divulgación, información y educación.
Controladoras: controles antidoping permiten conocer el alcance del abuso en un deporte, además reduce, por su efecto disuasorio, el consumo de drogas.
Sancionadoras: complementarias a los test antidoping; sin sanciones en los casos deportivos, los controles serían inútiles.
En conclusión el doping es un medio para nada recomendable para la persona que es deportista o que práctica a diario un ritmo habitual de ejercicio porque poco a poco ocasiona serios problemas de adicción...
Fuente : Latinsalud