¿Su hijo no quiere ir al colegio?
Muchos niños sufren auténticos traumas cuando tienen que ir por primera vez al colegio o cuando vuelven después de unas vacaciones. La ansiedad que la separación de sus padres les produce puede requerir incluso ayuda psicológica.
Estos trastornos de ansiedad suelen presentarse por miedo a separarse de los padres o cuando el niño queda al cuidado de otra persona. Los pequeños creen que sin sus padres les va a ocurrir algo malo y comienzan a manifestar síntomas como ataques de ansiedad, rabietas, molestias abdominales, vómitos o mareos, que mejoran cuando vuelven con ellos, afirman los especialistas.
En el colegio, cuando comienzan a tener tareas y se les exige un rendimiento constante, pueden aparecer los síntomas propios de una atención deficitaria e hiperactividad, además de un humor irritable. Suelen ser niños muy descuidados, con mucha dificultad para estar atentos y con problemas para terminar sus deberes.
Ansiosos e hiperactivos
Los padres y los profesores deben estar atentos a estas manifestaciones para poder comenzar el tratamiento cuanto antes, ya que estos trastornos iniciales pueden derivar en otros más graves.
Los niños que padecen ansiedad por separación a largo plazo son susceptibles de desarrollar depresiones y fobias, mientras que los que presentan falta de atención e hiperactividad tienen mayores riesgos de tener problemas de trastornos de conducta. Si estos problemas persisten en la adolescencia, pueden dar lugar a trastornos en la conducta alimentaria o cuadros obsesivos.
¿Qué hacer?
Lo mejor es acudir al especialista ante el primer indicio de un trastorno de ansiedad, aunque lo normal es que esta conducta desaparezca en el momento en el que el niño se acostumbre a ir al colegio. Si se presenta un cuadro obsesivo es necesario tratarlo con medicación, ayuda psicológica y apoyo por parte de la familia y el centro educativo.
Pero el mejor tratamiento y la mejor terapia es la que puede proporcionar la familia. Los padres deben premiar las conductas positivas para reforzarlas y en ningún caso echarles la culpa; cuando surja la más mínima tensión o duda, lo mejor es acudir a un especialista. Tampoco los padres deben sentirse culpables, ya que la inmensa mayoría hace todo lo que puede por sus hijos.
Para que el tratamiento sea efectivo debe ser aplicado desde los primeros indicios. Con la terapia, además de mejorar el rendimiento escolar, disminuye el riesgo de que aparezcan complicaciones, ya que hay que tener en cuenta que la depresión es un trastorno crónico que continúa en el tiempo y puede afectar al desarrollo del niño. Si no se trata resurgirá en la adolescencia con mayor intensidad.
La mayor parte de los trastornos psiquiátricos en niños aparecen por causas desconocidas, aunque se sabe que los antecedentes familiares de depresión pueden tener cierta incidencia.