Cómo lidiar con el dolor
La muerte de un familiar es difícil de sobrepasar, y el tiempo que se necesita para llorar la muerte de nuestros allegados se hace más difícil, ya que la vida diaria nos exige tanto. Es importante lidiar con nuestras emociones y tener un período de luto, pero también no debemos dejar de cuidar nuestra salud y atender a nuestra familia. Usted puede pedir ayuda para esto.
La muerte de un familiar afecta a todos los que conocían a esa persona. Es importante hablar con alguien sobre la gran variedad de emociones por la que usted puede estar pasando. Hay consejeros, psiquiatras y otros especialistas de salud mental que le pueden ayudar a lidiar con su dolor.
La reacción de los niños a la muerte es muy distinta a la de los adultos. Es importante que usted hable con su hijo sobre la muerte y la tristeza que puede estar sientiendo.
¿Cómo nos afecta la perdida?
Si usted comienza una conversación acerca de la pena y el dolor con alguno de sus amigos, lo más probable es que le acusen de morboso, de no mirar el lado bueno de la vida. Pero la pérdida muchas veces conlleva un dolor que no se puede ignorar. Con frecuencia nos enfrenta con nosotros mismos, con nuestro enemigo y con nuestro Dios.
La pérdida expone nuestra vulnerabilidad.
Nos gusta pensar que en realidad tenemos el control de nuestras vidas. La muerte, o cualquier otra pérdida, hace añicos esa ilusión con la misma violencia con la que una bala hace añicos una botella. Nos obliga a enfrentar la mortandad y vulnerabilidad que despreciamos. Si parecemos negar con éxito el impacto de las pérdidas menores de la vida, entonces la muerte es el enemigo final que no podremos negar. La muerte es la “madre de todas las pérdidas” y no se la puede acallar. Hay que tomarla en cuenta.
La pérdida personal y dolorosa obliga a abrir una puerta que conduce a las partes profundas de nuestra alma, las cuales ni siquiera admitiríamos que existen y muchos menos enfrentaríamos. Nadie quiere lidiar voluntariamente con la soledad, vulnerabilidad, inseguridad y anhelos no satisfechos que la pérdida nos obliga a enfrentar.
Creemos que el dolor es un precio demasiado alto a pagar por el gozo y la paz que podría producir. Así, muchos de nosotros tratamos de evitar enfrentar la pérdida con la esperanza de controlar nuestro dolor.
La pérdida nos hace a la larga mejores o más amargados
Gastamos cantidades de energía personal tratando de evitar enfrentar cara a cara la espantosa agonía de perder algo o alguien a quien queremos profundamente y disfrutamos muchos. Tratamos de amortiguar el dolor de la pérdida de muchas maneras, pero a menudo inútilmente. El resultado de evitarlo sin lograrlo es con frecuencia una ira y una amargura profundas.
Sin embargo, existe una forma mejor de lidiar con la pérdida inevitable. Hemos de aprender a hacer que nuestro dolor trabaje para nosotros. Cuando la fuerza y el impuso de una pérdida dolorosa se usan para llevarnos al Dios que puede acompañarnos en nuestros más solitarios momentos, descubriremos que hay un lugar de reposo en medio de un mundo en dolor. Cuando aprendemos el significado de esta verdad descubrimos que incluso si otros nos abandonan, nos traicionan o mueren, no sólo sobreviviremos sino que también prosperaremos.
Aprender a tener una fe así en Dios no nos librará del aguijón de la pérdida, pero sí nos proveerá de los recursos que necesitamos para lidiar eficazmente con la aflicción. Nos liberará para amar de nuevo con corazones que, aunque conozcan el significado de la tristeza y la desilusión, son, sin embargo, capaces de permanecer gozosamente vivos.
Consejos para tratar a los niños
Los niños como se dijo anteriormente, toman una perdida de forma diferente a los adultos, por eso es importante estar pendientes del trato que necesitan ante esta situación tan dolorosa y difícil, mas no imposible de superar:
-Bríndeles mucho afecto: abrázelos y acarícielos con más frecuencia de lo normal.
-Tranquilízelos verbalmente y provéales de confort físico.
-Préstele más atención.
-Permítales dormir en su habitación hasta que puedan regresar a la suya sin sentirse temerosos.
-Hable con los niños sobre sus sentimientos respecto al desastre.
-Trate de pasar más tiempo con ellos en actividades familiares. Esto ayudará a reemplazar los miedos por recuerdos placenteros.
-Estimule conversaciones sobre el desastre ya sea afectivo o de otro tipo con adultos y otros niños, con la finalidad de aproximarlos a la realidad y evitar fantasías negativas.
Consejos generales
-Permítale a un adolescente o un adulto sentirse deprimido, mal o indiferente. No lo juzgue; todos expresamos el dolor de distintas maneras.
-En el caso de los adolescentes, aliéntelos verbalmente y estimule su participación en trabajos de su comunidad.
-En el caso de los adultos, promueva la discusión de los miedos y temores en el seno familiar.
-Cumplir con estas recomendaciones le permitirá disminuir las secuelas emocionales de quienes viven situaciones de desastres naturales, de aviones o la perdida de un ser querido.
Fuente : www.elcomercioperu.com.pe/EcSalud