Estilos de Apego
Desde que fue desarrollada la teoría del apego en el año 1969, ha sido posible mejorar la comprensión de los procesos de personalidad y diferencias individuales de los adultos. Investigaciones realizadas posteriormente han permitido establecer una correlación entre el estilo de apego desarrollado durante la infancia y ciertas variables importantes durante la adultez.
Con el paso de los años, se ha podido identificar tendencias innatas que regulan la forma como respondemos a las amenazas, al peligro, a las pérdidas, y que están estrechamente relacionadas con la forma como nos vinculamos con personas significativas, para asegurar la adaptación y como una manera de perpetuar la especie.
Los estilos de apego se desarrollan tempranamente y se mantienen generalmente durante toda la vida permitiendo la formación de un modelo interno que integra por un lado creencias acerca de sí mismo y de los demás, y una serie de juicios que influyen en la formación y el mantenimiento de las dinámicas relacionales durante toda la vida del individuo. Se sabe que los niños que tienen una interacción positiva con su cuidador logran internalizar la sensación de seguridad, lo que les permite ampliar sus emociones.
En el dominio interpersonal, las personas seguras tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo. El apego ansioso se da cuando el cuidador está física y emocionalmente disponible sólo en ciertas ocasiones, lo que hace al individuo más propenso a la ansiedad de separación y al temor de explorar el mundo. No tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores, debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales.
Mucho se ha investigado acerca de los orígenes de las diferencias individuales en el apego, enumerándose factores que parecen estar influyendo en las manifestaciones específicas del estilo de apego, tales como: la experiencia individual, la constitución genética y las influencias.
Lo cierto es que los estilos de apego son relativamente estables, y la continuidad del estilo de apego se debe principalmente a la persistencia de los modelos mentales del si mismo y otros componentes específicos de la personalidad. Sin embargo, los patrones de apego pueden cambiar en función de acontecimientos que logren alterar la conducta de cualquiera de los individuos que formen parte de la relación de apego.
Los problemas de apego a menudo se transmiten transgeneracionalmente a menos que alguien rompa la cadena. Por ejemplo, un padre con estilo de apego inseguro puede no estar en capacidad de desarrollar un apego fuerte con su hijo, de manera de proporcionarle los cuidados que requiere para un desarrollo emocional, lo que a su vez puede llegar a influir en sus dificultades para relacionarse con otras personas.
Los individuos con un estilo de apego seguro son capaces de realizar una búsqueda activa de información, se muestran abiertos a la nueva información, poseen estructuras cognitivas flexibles que le permiten adaptarse adecuadamente a los cambios del ambiente, a plantearse objetivos realistas, a evitar los pensamientos irracionales, a tener expectativas positivas acerca de las relaciones con los otros y a confiar más en ellos. Mientras que los individuos con estilos de apego evitativo y ansioso tienen estructuras cognitivas más rígidas y mayor acceso a recuerdos negativos, lo que genera desconfianza en cuanto a las relaciones con otros, y conflictos con su propia intimidad personal.
Fuente : Psicocentro/Nelson Valdés Sánchez