El estrés y sus falsos mitos
El estrés se ha convertido en una palabra de uso común. Se aplica en el trabajo y en la vida personal. Descubra la verdad sobre algunos de los tópicos y de los mitos que vagan entorno al estrés.
Es siempre perjudicial
El estrés se ha convertido en una palabra con una innegable carga negativa. El estrés ocasionalmente puede ser beneficioso. Despierta los estímulos y prepara el organismo para afrontar las situaciones extraordinarias que invaden sus rutinas: es una forma de adaptación al medio.
El problema surge cuando el estrés sobrepasa los límites necesarios para mantener el equilibrio. Si la estimulación se mantiene durante largo tiempo o si surgen invariablemente situaciones tensas o de alarma, pueden aparecer los problemas de salud.
Afecta sólo a adultos con actividades de sobrecarga laboral
El gran auge del estrés surgió en la década de los ochenta. Inmediatamente se catalogó como una enfermedad propia de los ejecutivos y las ejecutivas de vidas frenéticas y agitadas. No obstante, esta no es más que otra mentira. El estrés negativo puede aparecer en cualquier persona: niños, adultos o ancianos, sin distinción de edad ni de sexo.
La actividad laboral no influye de forma determinante. Hay que tener en cuenta otros factores. Cada persona afronta de una determinada manera las situaciones cotidianas y los imprevistos que surgen a lo largo de la jornada. Hay quien los asumen prácticamente y hay quien se abruma y se inquieta; en este último caso, es fácil que surja un estrés angustioso.
Está provocado siempre por causas externas
El estrés surge de la falta de equilibrio entre las demandas externas (trabajo, familia, pareja...) y los recursos propios. El grado de tolerancia ante las situaciones que pueden propiciar estrés es relativo: depende tanto de factores externos (las complicaciones que pueden surgir) como internos (la capacidad de responder a las complicaciones). Dos personas con un mismo ritmo vital pueden tener una actitud muy distinta y afrontar el estrés de forma diferente: lo que para una puede ser estresante para la otra es habitual.
Unicamente acarrea consecuencias psíquicas
El estrés puede degenerar en enfermedades físicas: dolores musculares, cefaleas, enfermedades coronarias, alteraciones cutáneas... Además, el malestar que genera esta dolencia conlleva tristeza, abatimiento, iirtación, ansiedad.
Consulte a su médico.
Fuente : Mujerweb