Depresión
El trastorno depresivo es una enfermedad que afecta el organismo (cerebro), el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y duerme. Afecta cómo uno se valora a sí mismo (autoestima) y la forma en que uno piensa. Un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. No indica debilidad personal. No es una condición de la cual uno puede liberarse a voluntad. Las personas que padecen de un trastorno depresivo no pueden decir simplemente "ya basta, me voy a poner bien". Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses e incluso años. Sin embargo, la mayoría de las personas que padecen de depresión puede mejorar con un tratamiento adecuado.
No existe una idea clara y definitiva sobre la causa de los trastornos del estado de ánimo. No se puede hablar tampoco de un único origen de las depresiones, lo mismo que se sabe que no existe un único tipo de depresión (desde siempre se ha hablado de depresiones reactivas y depresiones endógenas, dando a entender que había depresiones motivadas principalmente por factores externos y depresiones que estaban más determinadas por la constitución misma de la persona.
El tema se ha abordado desde diferentes puntos de vista, dando lugar a diferentes modelos explicativos que inciden en aspectos biológicos, psicológicos o sociales. Según la persona uno o varios factores de vulnerabilidad de base se combinarían de una determinada manera y frente, a una o varias circunstancias, en un determinado momento del curso de la vida desembocarían en una depresión. El concepto de vulnerabilidad hace referencia a los factores biológicos, psicológicos y sociales, que están presentes de forma continuada y facilitan o predisponen al desarrollo de la enfermedad.
Algunas observaciones han hecho pensar en que ciertos cambios en el organismo puedan dar origen a un trastorno depresivo. Por ejemplo, la asociación de una serie de enfermedades físicas o la relación del efecto de los fármacos antidepresivos con modificaciones en la existencia de otros fármacos que pueden producir depresión, la depresión inducida por el consumo de drogas, y la transmisión genética de mecanismos que favorecen la aparición de depresión en varias generaciones de una misma familia.
La depresión se manifiesta por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer y disfrutar de actividades que antes eran placenteras. Un episodio de depresión muy incapacitante puede ocurrir sólo una vez en la vida, pero por lo general ocurre varias veces en el curso de la vida.
En cuanto al origen genético. Se acepta que la herencia juega un papel en la génesis de la depresión. Sin embargo, el hecho de que haya diferentes tipos de depresiones con edad de presentación, respuesta al tratamiento, evolución, dificulta el estudio del tipo y mecanismo de transmisión de cada uno de ellos. Cuando se estudian pacientes adoptados con trastorno del estado del ánimo se comprueba que la frecuencia de trastornos del estado de ánimo es mayor en sus padres biológicos que no en sus padres adoptivos.
Se ha implicado a las circunstancias externas potencialmente productoras de estrés (los llamados acontecimientos vitales) como factores precipitantes de los trastornos afectivos. Estos acontecimientos vitales, al recaer sobre un individuo que ya tiene una vulnerabilidad de base, desencadenarían el inicio de una depresión.
Se piensa que los pacientes deprimidos experimentan más acontecimientos vitales en los meses que preceden al comienzo de los síntomas. Los acontecimientos vitales más potentes para precipitar una depresión serían aquellos no deseados, no controlables, inesperados, y que suponen una amenaza o peligro importante para el sujeto; entre ellos, los acontecimientos que suponen una pérdida para el individuo (muerte del cónyuge o un familiar próximo, divorcio o separación, jubilación o pérdida de empleo, abandono del hogar por parte de algún miembro de la familia) son los más claramente asociados al inicio de un trastorno depresivo.
También se han de considerar los problemas de salud física por suponer igualmente una pérdida. Sin embargo, se ven muchos sujetos con trastornos afectivos en cuyos antecedentes no se detectan acontecimientos desfavorables y también se ven personas que padecen dificultades y pérdidas considerables sin que manifiesten síntomas de enfermedad. En el inicio de un episodio depresivo hay que considerar, a parte de los acontecimientos estresantes, la intervención de varios niveles (biológico-psicológico-social) de forma interrelacionada entre sí.
En general los pacientes depresivos muestran más dificultad en tomar decisiones y mayor utilización de las reacciones emocionales para resolver problemas y enfrentarse a situaciones difíciles. Se ha observado que las personas que desarrollan estrategias activas y centradas en resolver problemas presentan menos niveles de ansiedad y depresión tras un estresor, tanto a corto como a largo plazo. Por el contrario, los sujetos que están centrados en sus emociones negativas no utilizan actividades placenteras para distraerse de sus emociones, no emplean estrategias estructuradas para resolver el problema y presentan un alto riesgo de episodios depresivos graves y prolongados.
Aportaciones cognitivas. Las teorías psicológicas basadas en los esquemas de pensamiento hablan del mecanismo de aprendizaje como mecanismo fundamental para explicar la aparición de un episodio depresivo. El modelo depresivo por indefensión aprendida consiste en que haber vivido experiencias pasadas de impotencia real frente a situaciones; sentirse incapaz de cambiar o evitar situaciones desagradables conducen a que el individuo se convenza de que las situaciones futuras no placenteras también serán incontrolables y se responde a estas situaciones con pasividad, resignación y aceptación depresiva.
Los individuos deprimidos interpretan de forma negativa las experiencias vitales y observan el futuro como algo que no ofrece nada excepto fracaso y frustración. El modelo cognitivo propone que las experiencias adversas precoces establecen conceptos negativos que se retienen como "esquemas" que se reactivan mediante experiencias vitales adversas, por lo cual producen depresión.
Es importante contar con un apoyo social y familiar para las personas que sufren un trastorno depresivo dando significado a un soporte emocional, informacional y material; varios estudios han mostrado que la ausencia de una persona confidente puede llegar a ser un factor de vulnerabilidad para la depresión. El apoyo psicológico es un factor moderador de los diferentes tipos de niveles de depresión...
Fuente : Saludalia/Dr. Almudena Guerra García
El trastorno depresivo es una enfermedad que afecta el organismo (cerebro), el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y duerme. Afecta cómo uno se valora a sí mismo (autoestima) y la forma en que uno piensa. Un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. No indica debilidad personal. No es una condición de la cual uno puede liberarse a voluntad. Las personas que padecen de un trastorno depresivo no pueden decir simplemente "ya basta, me voy a poner bien". Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses e incluso años. Sin embargo, la mayoría de las personas que padecen de depresión puede mejorar con un tratamiento adecuado.
No existe una idea clara y definitiva sobre la causa de los trastornos del estado de ánimo. No se puede hablar tampoco de un único origen de las depresiones, lo mismo que se sabe que no existe un único tipo de depresión (desde siempre se ha hablado de depresiones reactivas y depresiones endógenas, dando a entender que había depresiones motivadas principalmente por factores externos y depresiones que estaban más determinadas por la constitución misma de la persona.
El tema se ha abordado desde diferentes puntos de vista, dando lugar a diferentes modelos explicativos que inciden en aspectos biológicos, psicológicos o sociales. Según la persona uno o varios factores de vulnerabilidad de base se combinarían de una determinada manera y frente, a una o varias circunstancias, en un determinado momento del curso de la vida desembocarían en una depresión. El concepto de vulnerabilidad hace referencia a los factores biológicos, psicológicos y sociales, que están presentes de forma continuada y facilitan o predisponen al desarrollo de la enfermedad.
Algunas observaciones han hecho pensar en que ciertos cambios en el organismo puedan dar origen a un trastorno depresivo. Por ejemplo, la asociación de una serie de enfermedades físicas o la relación del efecto de los fármacos antidepresivos con modificaciones en la existencia de otros fármacos que pueden producir depresión, la depresión inducida por el consumo de drogas, y la transmisión genética de mecanismos que favorecen la aparición de depresión en varias generaciones de una misma familia.
La depresión se manifiesta por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer y disfrutar de actividades que antes eran placenteras. Un episodio de depresión muy incapacitante puede ocurrir sólo una vez en la vida, pero por lo general ocurre varias veces en el curso de la vida.
En cuanto al origen genético. Se acepta que la herencia juega un papel en la génesis de la depresión. Sin embargo, el hecho de que haya diferentes tipos de depresiones con edad de presentación, respuesta al tratamiento, evolución, dificulta el estudio del tipo y mecanismo de transmisión de cada uno de ellos. Cuando se estudian pacientes adoptados con trastorno del estado del ánimo se comprueba que la frecuencia de trastornos del estado de ánimo es mayor en sus padres biológicos que no en sus padres adoptivos.
Se ha implicado a las circunstancias externas potencialmente productoras de estrés (los llamados acontecimientos vitales) como factores precipitantes de los trastornos afectivos. Estos acontecimientos vitales, al recaer sobre un individuo que ya tiene una vulnerabilidad de base, desencadenarían el inicio de una depresión.
Se piensa que los pacientes deprimidos experimentan más acontecimientos vitales en los meses que preceden al comienzo de los síntomas. Los acontecimientos vitales más potentes para precipitar una depresión serían aquellos no deseados, no controlables, inesperados, y que suponen una amenaza o peligro importante para el sujeto; entre ellos, los acontecimientos que suponen una pérdida para el individuo (muerte del cónyuge o un familiar próximo, divorcio o separación, jubilación o pérdida de empleo, abandono del hogar por parte de algún miembro de la familia) son los más claramente asociados al inicio de un trastorno depresivo.
También se han de considerar los problemas de salud física por suponer igualmente una pérdida. Sin embargo, se ven muchos sujetos con trastornos afectivos en cuyos antecedentes no se detectan acontecimientos desfavorables y también se ven personas que padecen dificultades y pérdidas considerables sin que manifiesten síntomas de enfermedad. En el inicio de un episodio depresivo hay que considerar, a parte de los acontecimientos estresantes, la intervención de varios niveles (biológico-psicológico-social) de forma interrelacionada entre sí.
En general los pacientes depresivos muestran más dificultad en tomar decisiones y mayor utilización de las reacciones emocionales para resolver problemas y enfrentarse a situaciones difíciles. Se ha observado que las personas que desarrollan estrategias activas y centradas en resolver problemas presentan menos niveles de ansiedad y depresión tras un estresor, tanto a corto como a largo plazo. Por el contrario, los sujetos que están centrados en sus emociones negativas no utilizan actividades placenteras para distraerse de sus emociones, no emplean estrategias estructuradas para resolver el problema y presentan un alto riesgo de episodios depresivos graves y prolongados. |
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Aportaciones cognitivas. Las teorías psicológicas basadas en los esquemas de pensamiento hablan del mecanismo de aprendizaje como mecanismo fundamental para explicar la aparición de un episodio depresivo. El modelo depresivo por indefensión aprendida consiste en que haber vivido experiencias pasadas de impotencia real frente a situaciones; sentirse incapaz de cambiar o evitar situaciones desagradables conducen a que el individuo se convenza de que las situaciones futuras no placenteras también serán incontrolables y se responde a estas situaciones con pasividad, resignación y aceptación depresiva.
Los individuos deprimidos interpretan de forma negativa las experiencias vitales y observan el futuro como algo que no ofrece nada excepto fracaso y frustración. El modelo cognitivo propone que las experiencias adversas precoces establecen conceptos negativos que se retienen como "esquemas" que se reactivan mediante experiencias vitales adversas, por lo cual producen depresión.
Es importante contar con un apoyo social y familiar para las personas que sufren un trastorno depresivo dando significado a un soporte emocional, informacional y material; varios estudios han mostrado que la ausencia de una persona confidente puede llegar a ser un factor de vulnerabilidad para la depresión. El apoyo psicológico es un factor moderador de los diferentes tipos de niveles de depresión...
Fuente : Saludalia/Dr. Almudena Guerra García