El síndrome del desocupado
Cuando una persona se queda sin trabajo bien sea porque en la empresa donde trabajaba hubo reducción de personal o simplemente porque la liquidaron por alguna otra razón, decente por supuesto, nace instantáneamente “el síndrome del desocupado”.
La enfermedad de los que no tienen trabajo, cuando les ataca agresivamente (síndrome del desocupado), provoca precisamente el efecto contrario en ellos y es que prolonga la condición de desocupado mucho más allá de lo normal y aumenta, por supuesto, los síntomas de la enfermedad en preocupación, nerviosismo, ansiedad y sobre todo una frecuente inquietud por lo que ira a suceder.
El desocupado tiene la costumbre de levantarse temprano y salir de su casa en búsqueda de una oportunidad para trabajar o para conseguir un negocio que le permita obtener dinero para el sustento de su familia o para su propia sobrevivencia.
Ser un desocupado, es por estos tiempos una categorización “estigma”, ya que muchos potenciales empleadores suelen no mirar con agrado a la gente que señala “no estar haciendo nada”. Y sin embargo, uno nunca es un desocupado.
Ninguna persona puede estar todo el día sin hacer nada. Desempeñar una actividad productiva es algo inherente al hombre occidental, y si su beneficio no es económico, muy probablemente lo será en otra cuestión. Sea una trabajo benéfico, un curso educativo, un hobbie, o cualquier otra actividad que se desempeñe, siempre existirá un trabajo o una ocupación en la mayoría de las personas.
Características del síndrome del desocupado
El primer síntoma del “síndrome del desocupado” es que suele contactar a mucha gente o llamar a muchas personas o visitarlas. Pero deja un teléfono (generalmente el de su casa) en el cual jamás se le puede encontrar para dialogar o para avisarle que se le ha conseguido una oportunidad en la cual tiene que moverse con “carácter urgente” y cuando ya recibe el mensaje ya puede ser tarde.
Lo que olvida el desocupado es que quien le escucha simplemente le atiende y entiende su problema por el lado contrario y es que no vale la pena dedicar un minuto siquiera para ayudarle, puesto que es mejor esperar a ver si le resulta una de las tantas oportunidades que tiene y así el asunto queda arreglado.
La recomendación en estos casos es ser sinceros y directos y mostrar de verdad la necesidad en todas sus dimensiones, como para que las personas conmovidas por la condición se muevan presurosamente a ayudar con toda la capacidad que pueden tener disponible.
Cuando uno se presenta a una entrevista, en lugar de mostrar que se tienen varias oportunidades adicionales, y la que se nos está presentando es una más de tantas, lo que hay que trasmitir de principio a fin es el interés profundo y sincero por la oportunidad que se le está ofreciendo, como si de verdad fuera la única y no hubiera más en un futuro.
En otras palabras, surge una oportunidad de trabajo o de negocio y el desocupado se pone “digno” y todo le queda pequeño y hasta muchas veces le parece ofensivo para una persona de sus características. El antídoto es pinchar el globo de la vanidad y, si lo que le ofrecen es razonablemente bueno y decente, aplicar la frase “más vale pájaro en mano que ciento volando”.
No se trata de colocarse en cualquier sitio, por colocarse, pero sí de aprovechar las oportunidades que la vida le brinda y saberlas manejar en la secuencia adecuada. Otro síntoma está en distraer su atención para aprovechar la oportunidad de estar desocupado y “darse el lujo” de experimentar en actividades independientes, para las cuales jamás se preparó o planeó actividad alguna.
La realidad muestra que al final de unos meses la persona ha agotado todas sus reservas y ahorros, o al menos una gran parte, y agudiza más los síntomas al asustarse por el fracaso sobre temas que no eran de su competencia. La recomendación para este caso es la prudencia y la sensatez respecto a lo que uno sabe hacer y conoce lo que es capaz de hacer. Otro síntoma es el miedo que suele aparecer como una condición que arrincona a la persona, la intimida, la vuelve insegura, le impide actuar y muchas veces llega a producirle una “parálisis profesional”.
Lo importante es rodearse de personas positivas y triunfadoras que le ayuden a mantener el entusiasmo mientras consigue la nueva ubicación o un negocio que le permita seguir adelante con sus compromisos y desarrollar su actividad profesional, lo importante es no caer en el negativismo y pensar que así usted no tenga un trabajo estable siempre encontrara algo para hacer y que será productivo.
Fuente : Elempleo/: Hugo Fernando Valderrama