¿Cuánto se quiere?
El exceso de amor propio perjudica seriamente la salud: Lo convierte en una persona soberbia, presuntuosa y engreída. El déficit también es altamente nocivo. Entre el narcisismo exagerado y el repudio visceral. Reconocer y apreciar la imagen que nos devuelve el espejo no siempre es sencillo. Encontrar el equilibrio en el amor que nos profesamos a nosotros mismos es fundamental para hallar la armonía.
Demasiado amor
-Se mira al espejo y no lo reprime: Porqué no se lanza un piropo. Es una de las terapias psicológicas que le prescriben cuando el ánimo está decaído y alterado. Pero entre el halago que le sube la moral y la soberbia de Narciso, que se ahoyó en un lago porque no se cansaba de observarse a si mismo, hay un abismo. No hace falta que caiga en él.
-Rotundamente: Se adora. Quizá se le ha ido la mano trabajando esto de la autoestima. No hay riesgo: no hay posibilidad de que la confianza en usted mismo se quiebre.
-Cultive también la modestia. Después de ese completísimo curso de autoestima que ha concluido con unos resultados brillantes puede ponerse manos a la obra y comenzar a trabajar con la modestia. Es un valor imprescindible.
-Contrólase. Tanto amor hacia usted mismo lo desborda. Se le han subido los humos y se hace difícil tratar con usted. Está bien que detecte todas sus virtudes, que las resalte y que las cultive, pero tampoco hace falta que las pregone a los cuatro vientos. Sea más discreto. Si es un poquito más sutil, los demás percibiran lo amable y sencillo que usted puede ser.
Necesita más amor (propio)
-¿Quién lo va a querer si no se quiere usted? No sea tacaño con sus sentimientos, ni siquiera cuando se refieran a usted: dase un poquito más de amor.
-Potencie sus virtudes y esconda sus defectos. Hay personas que, en cuanto tienen oportunidad, hacen lo que sea para contar sus infinitos defectos. ¿Por qué? Quizá los demás no habían percibido eso que a usted tanto le atormenta.
Fuente : Mujerweb