El duelo de la infancia
Resulta importante realizar un acercamiento con respecto al proceso de duelo en los niños.
Los seres humanos nos enfrentamos a pérdidas, muertes o separaciones desde el momento en que nacemos, y es de este modo que nos vemos enfrentados a diferentes crisis, que, al ser resueltas nos dan la oportunidad de pasar a un estado de mayor seguridad personal o bien de mayor estabilidad emocional.
Por ejemplo, el niño cuando nace debe dejar la seguridad del útero materno para poder ganar una nueva vida, a la cual debe adaptarse. El dolor y la pena son algunos sentimientos que vienen irremediablemente ligados a la sensación de pérdida; lo que sucede es que a los niños en muchas oportunidades se les aleja de vivir estos sentimientos, con el objetivo de que “no sufran tanto”, condenándolos a sentimientos de irrealidad y fantasía que llevan a cabo el cometido de impedir que el niño se adapte a una nueva situación que merece ser vivida.
Entonces sucede que cuando las personas alrededor ocultan sus sentimientos, convidan al niño a ocultarlos y callarlos de la misma manera, quedando de esta forma un impedimento de que no se articule un proceso natural, sano y por el que pasamos todos los seres humanos en algún momento.
Se entiende que el duelo es un estado de pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona o cosa amada asociándose a síntomas físicos y emocionales.
El duelo en la infancia es similar, sin embargo hay que tener claro que el sistema de pensamiento y el proceso de tales cogniciones no se llevan a cabo del mismo modo que en el adulto, y es por esto que los adultos debemos acompañar y ayudar al niño a comprender esta pérdida de una manera que no signifique un hecho traumático que dure toda su vida.
Debe entenderse la pérdida como cualquier separación de una persona querida, un animal o una cosa. Pueden ser por ejemplo el divorcio de los padres, un cambio de escuela, la muerte de una mascota muy querida o la pérdida de un juguete importante. Estos son hechos que para el niño merecen un proceso de duelo, al cual debe enfrentarse y adecuarse. El duelo puede compararse con el combate entre las emociones y sentimientos que genera el desequilibrio producido por la pérdida de una representación afectiva.
El proceso de duelo es lo que le permite al niño un reajuste emocional, social, físico y psicológico de poder continuar su vida sin este vínculo afectivo.
El proceso de duelo tiene varias etapas por las que la mayoría de las personas pasan, sin embargo, es importante decir que las personas resuelven su proceso de una manera muy diferente en cada caso y estas etapas pueden darse de una manera desordenada y de hecho en algunos casos después de pasar una etapa es posible volver a la anterior. Las etapas son usualmente las siguientes:
1. Shock.
2. Negación.
3. Ira o cólera.
4. Culpa.
5. Gran tristeza o depresión.
6. Aceptación.
El proceso del duelo en la infancia se afronta de una manera muy singular en cada caso, primero que todo porque cada persona enfrenta sus pérdidas de una manera muy personal y segundo porque el niño elabora su proceso de duelo dependiendo de la etapa del desarrollo emocional, física y cognitiva por la cual pasa en ese momento. Se logran distinguir 4 etapas principales que son diferenciadas por edad. A continuación se presentan tales etapas y las principales reacciones ante el duelo:
1.Niño de 2 años: Angustia, protesta y estrés general, usualmente el niño reacciona ante el duelo de la madre.
2. De 2 a 5 años: Confusión y regresión. Parece que no les afecta y realizan preguntas repetidas de lo mismo. No se comprende la muerte como algo permanente.
3. De 5 a 8 años: Entiende sobre la muerte pero sucede que piensa que no le va a suceder a él y así reacciona con negación y cólera. Existe el pensamiento mágico. Podría comportarse como si no pasara nada. Realiza preguntas inapropiadas.
4. De 8 a 12 años: Shock, negación, estrés y ansiedad. Comprende lo irrevocable de la muerte, comportamiento fóbico y curiosidad mórbida.
Fuente : Internet