Madurez afectiva
Consiste en lograr un equilibrio entre lo racional y lo afectivo. Es una cualidad de la madurez. Cuanto más integrados nos encontremos psíquica y emocionalmente mayor será este equilibrio.
Falta de estabilidad emocional
A veces la falta de equilibrio puede ser debido a un predominio de lo racional, y la falta de la parte afectiva, que dará como resultado una personalidad fría, distante, calculadora, con dificultades para saber ponerse en el lugar de los demás, dar y recibir afecto. A este tipo de personas les va a resultar difícil establecer lazos afectivos estrechos. Otras veces ocurre lo contrario, predomina la parte afectiva y a penas interviene la razón. Como consecuencia se desarrollará una personalidad excesivamente sensible, con altibajos de ánimo, con una gran capacidad para dramatizar, dándole una importancia exagerada a todo lo que acontece, falta de objetividad para valorar los sucesos de la vida diaria, cambios de humor.
Estabilidad emocional
La estabilidad emocional nos va a ayudar a conectar mejor con los demás, a establecer relaciones sanas, expresar sentimientos abiertamente y sobre todo a lograr un equilibrio interior que se va a reflejar posteriormente en nuestra conducta y nuestro entorno.
Autoconocimiento: Para esto es muy importante el conocimiento y aceptación de uno mismo. Si uno se conoce a sí mismo está más en disposición de conocer a los demás, y en la medida en que uno se acepte tal y como es, con limitaciones y cualidades, aceptará también a los demás, y estará más en disposición de establecer relaciones afectivas sanas. Mientras que las personas que no se aceptan a sí mismas tienden a proyectar sobre los demás todo aquello que no les gusta de sí mismos.
Autocontrol: Aprender a controlar los impulsos mediante el autodominio y autocontrol. Las reacciones impulsivas nos llevan a comportamientos de los que luego nos podemos arrepentir. Para esto es necesario realizar una valoración objetiva de los acontecimientos y desarrollar el hábito de pensar un poco antes de actuar, contestar, decidir o expresar lo que se siente.
De esta forma se adquiere un dominio de nuestra manera de actuar y pensar, que nos ayudará con nosotros mismos, nos llevará a saber callar unas veces y otras a decir lo que pensamos, sin herir a nadie.
Cambios de humor: Evitar los altibajos y cambios de humor. Todos estamos sometidos a variaciones en el estado de ánimo, pero hay personas que son mucho más vulnerables a los cambios que otras. Por otro lado, hay que intentar buscar motivaciones para estabilizar el carácter y sobre todo no descargar sobre nadie nuestros accesos de mal humor.
Sensibilidad: Desarrollar la sensibilidad pero no la sensiblera, es decir, tener sensibilidad para comprender mejor a los demás, ser objetivo a la hora de valorar los acontecimientos, desarrollar la empatía y tener capacidad de dar afecto a los demás.
Relaciones afectivas sanas: Procurar mantener relaciones afectivas sanas. Para esto en toda relación es importante la sinceridad, tolerancia, ser uno mismo, dar y recibir afecto. Es importante evitar sensibilidades, susceptibilidades y juicios precipitados.
Cuando las relaciones afectivas son maduras, la entrega siempre enriquece. El mayor obstáculo está en nosotros mismos, por lo tanto el primer paso es siempre una mejora interior (nuestro yo) ya que del amor a uno mismo depende la forma en que amemos a los demás.
Fuente : Pulevasalud/Dra. Trinidad Aparicio