El Egoísmo
El egoísmo suele verse más como un fenómeno del lado de los antivalores que del trastorno. Decimos que el egoísta es indoloro, mezquino o miserable, pero nunca lo vemos como una posible patología; se puede decir que la persona egoísta no tiene sentimientos y porque no, sólo se preocupa por si mismo.
Este tipo de comportamiento se puede considerar como una enfermedad del yo acaparador. Además de un acto de mala educación, es un atentado a los derechos humanos, una violación del principio de la reciprocidad, una conducta depredadora, o si quiere, un patrón antisocial porque el egoísmo es una actitud donde sólo importo yo, primero yo y segundo yo y porque no tercero yo; como se conoce por ahí “sólo yo”.
La palabra egoísmo se define como ; “ Inmoderado y excesivo amor que uno tiene por si mismo y que le hace entender desmedidamente a su propio interés”, sufre de egocentrismo : “Soy el centro del universo”. El egocéntrico inevitablemente , desconoce a todo interlocutor y destruye toda posibilidad de relación.
El inmoderado y excesivo amor por si mismo hace referencia de la egolatría, lo que se conoce como mecanismo o culto al ego. El Ególatra desconoce la empatía . No posee la capacidad de amar porque el amor propio le demanda todo su potencial afectivo.
El egoísmo humano a través de la historia ha tomado para sí el potencial de la inteligencia para subordinar al mundo que le rodea haciendo creer que la producción está al servicio del hombre cuando en realidad, es al hombre mismo que intenta dominar para que sea el hombre el que esté al servicio de la producción y ésta sea la razón de sostén del egoísmo que basará su poder en el establecimiento de un valor unívoco con el que medirá todo cuanto haga el hombre.
El egoísmo subió su primer escalón acompañado de la envidia y se encontraron con la soberbia quienes a su vez recibieron el poder de la altanería y juntos se muestran en un pedestal como los reyes de la tierra, desde allí establecieron la medida de todo.
Ser egoísta es renunciar a la condición humana, a lo coafectivo, es desconocer a las prolongaciones de los demás. Aunque a los egoístas no les guste, todos estamos conectados unos a otros por naturaleza, intercalados, apretados , casi abrazados, de tal manera que ignorar al prójimo es negarse a si mismo.
La carencia de amor, la ausencia de empatía y la indiferencia acaparadora son formas de agresión encubierta, violencia enfermiza que merece, además de repudio, ayuda profesional. De no ser así, seríamos egoístas con los egoístas: una bola de nieve de enemistad aplastante.
Fuente : Enplenitud/Walter Riso