El cuerpo de la mujer ante el estrés
Las mujeres han sido dotadas por la naturaleza de tres complejos procesos fisiológicos que no tienen equivalente en el cuerpo del hombre: la menstruación, el embarazo y la menopausia. Todos estos cambios pueden ser causa y el marco de una serie de problemas derivados del estrés.
Recientemente se han iniciado investigaciones para documentar algo que las mujeres han sabido desde siempre: que la tensión premenstrual es una realidad. Sus síntomas pueden ser: dolores de cabeza, ansiedad, nerviosismo, disminución del deseo sexual, fatiga, depresión, cambios de humor, dolor de riñones, dolor de vientre, agresividad, reacciones alérgicas, trastornos digestivos, retención de líquidos e hinchazón, entre otros.
Es probable que los desencadenantes de dichos síntomas estén en el propio cuerpo de la mujer puesto que el ciclo menstrual es sumamente complejo representando la puesta en marcha de todo el sistema reproductor. Si a ello sumamos los síntomas de estrés, los de tensión premenstrual se agravarán. Y si además la mujer se encuentra en su entorno con una actitud de escepticismo respecto a su problema de tensión premenstrual y con una falta de comprensión, el estrés empeorará.
Embarazo significa cambio y el estrés del cambio causa a menudo síntomas de estrés femenino.
Si es madre, recuerde cuántas cosas cambiaron en su vida durante el embarazo. Los cambios más evidentes fueron los que se produjeron en su cuerpo y quizás en la contemplación de su propio atractivo. Por lo general, lo que se espera de la maternidad está tan alejado de la realidad como lo está de la vida una historieta dibujada; los problemas y desengaños a que esto puede dar lugar constituyen otro elemento del estrés de la mujer.
La prematernidad es un período psíquico, no un período de tiempo. Puede empezar antes de la concepción, durante el embarazo o incluso cuando ya ha comenzado el parto. Aparece la tensión, que extrae energía de la alegría de la espera y agrava los síntomas del estrés femenino durante el postparto. Sea como sea, llega un momento en que la maternidad se asocia con el temor. La depresión del postparto suele remitir cuando la nueva madre vuelve a su casa y a su entorno habitual, cuando ve que puede controlar la situación, y cuando descubre que la química de su organismo se va reajustando.
La menopausia representa un hito en el camino del envejecimiento.
La perspectiva del envejecimiento es deprimente para la mujer, la pérdida de la fertilidad vuelve a la mujer irritable y además, cuando una mujer se vuelve mayor disminuye su deseo sexual. Pero muchas mujeres no experimentan la menopausia como un síntoma de envejecimiento, de pérdida de deseo sexual o de pérdida de fertilidad; para muchas no es deprimente sino todo lo contrario, es vivida como una liberación puesto que ya no corren peligro de quedar embarazadas y pueden disfrutar con plenitud de su sexualidad.
Con la menopausia viene un ritual de paso a un período de elecciones individuales, de cambios decididos por la propia mujer, libre ya de tensiones premenstruales y de depresiones del postparto, libre de ansiedades prematernales y lleno de relajación postmaternal.
La depresión y el estrés no son exclusivos de los cambios corporales tales como la menstruación, el embarazo y la menopausia. Muchas veces, estos estados de ánimo coinciden con cambios corporales sólo porque todos ellos se presentan en la misma época de la vida y no porque los estados de ánimo hayan sido causados por los cambios físicos.
Fuente : Ciudadfutura