Enfrentar una perdida
Una pérdida es la separación, el distanciamiento de algo que a uno -de alguna manera- lo constituye. Uno pierde lo que es propio, lo que a uno lo conforma. Toda pérdida implica un espacio, un lugar, que queda en ausencia.
Por ello toda pérdida implica la necesidad de una elaboración tendiente a recomponer en alguna medida este espacio que ha quedado vacío.
No todas las pérdidas son comparables, ya que algunas nos constituyen mucho más significativamente y, por lo tanto, generan una demanda de tiempo de resolución. Esta situación, llamada duelo, es el proceso de recomposición de la posición del sujeto luego de la pérdida. Una elaboración que le permita retomar la energía que dedicaba al objeto perdido, para poder dedicarlo a otra cosa.
Pero por otro lado, desde la óptica del psicoanálisis, es en base a las pérdidas como se hace posible toda nueva inclusión de cosas en nuestra vida. Podríamos pensar que, en realidad, todo empieza a partir de una pérdida, que hace lugar a una primera inclusión de algo. Y estas cosas que se incluyen pasan a conformarnos, a constituirnos. Son nuestros objetos, y quedan interiorizados.
Con el término general de objetos designamos a esas personas y cosas, cuya pérdida da lugar a una elaboración en pos de una restitución que nunca será completa, y que por ello mismo da la posibilidad de una búsqueda, de una producción. En este sentido, la pérdida mientras que constituye un pequeño daño (o grande, de acuerdo a las circunstancias) es también lo que puede motorizar la búsqueda de nuevas relaciones, de crecimiento, de incorporación de cosas, de ampliación de eso que a uno lo constituye.
Patrones de resolución
Este mecanismo que se pone en marcha para la elaboración de una pérdida puede verse en algunos casos impedido. De hecho, algunos cuadros psicopatológicos están descriptos en esos términos, por ejemplo, la melancolía. En esos casos, el duelo por las pérdidas, la angustia de ese vacío, no logra elaborarse y la persona se encuentra frenada, detenida y arrastrada por esta pérdida, no ya hacia un lugar productivo de elaboración de algo que busque recomponer. El individuo se queda detenido en la pérdida, como si quisiera retener el objeto perdido, como no dándolo por perdido. Entonces detiene toda su energía en este punto y no puede dedicarse a la producción y la generación de nuevas cosas.
La posibilidad y forma en que aceptemos la pérdida y su elaboración dependerá de nuestras primeras experiencias de pérdida, de desprendimiento. Entonces son muy importantes las primeras relaciones de objeto, en cuanto a lo que el Psicoanálisis define como las etapas libidinales, de organización de la libido. En ellas, existen elementos que se pierden, y que pueden ausentarse, como las heces, el pecho materno. Y lo mismo ocurre en relación con otro tipo de objetos: la voz, la mirada.
Toda pérdida constituye una herida que refleja cómo se han resuelto esas primeras experiencias, sobre las cuales se edifica nuestra modalidad de resolución de las pérdidas futuras. Son etapas en las cuales se conforman patrones de resolución ante la pérdida o la amenaza de la misma, la ausencia.
Hacer aportes
¿Se puede intervenir en ese proceso de aprendizaje tan importante, que será clave para el futuro de cada individuo?.
Indefectiblemente, los padres van a transmitir el modo en que ellos mismos lograron ir resolviendo sus propias pérdidas, sea como una mejora o un deterioro. Cualquier tipo de consejos respecto de la planificación de ese proceso no va a lograr evitar que se transmita esa modalidad de elaboración, que se instituya al sujeto a partir de ese modo de resolución de sus padres.
Es en la repetición del mecanismo que ha servido para darse modos de respuesta ante la pérdida, donde uno se da esa modalidad. Y cada individuo experimentará lo que le sirve de un modo personal, aunque desde fuera a veces no se vea cuál es el beneficio.
Por ello, no se puede pensar en modelos, recetas o psicoprofilaxis. Pero si bien nuestro patrón de resolución será conformado por aquellas primeras experiencias, durante nuestra vida las pérdidas serán muchas y de muy distinta naturaleza. Ante cada nueva pérdida, el sujeto puede modificar, innovar, producir algún tipo de novedad haciendo que su repuesta no sea siempre exactamente la misma… siempre y cuando la respuesta ante la pérdida anterior no le haya servido demasiado.
Cualquier elemento que quisiéramos desde fuera acercar como un aporte deberá ser aceptado por el sujeto que se encuentra en el proceso. Cuando este modo de responder a las pérdidas constituye un obstáculo para que esta persona se desenvuelva, es bueno recurrir a otros que puedan realizar un aporte. El Psicoanálisis y otras disciplinas científicas están a disposición de estas personas cuando deciden una consulta.
Fuente : Latinsalud